Se gasta el agua de las ingles
atormentada en piedra
que se parte dulcísima en fragmentos
Nace un sonido libido en la atmosfera
que arranca el tuétano de la memoria
en prontitud de púrpura
El paisaje es danza de venado que aparea en soliloquio
Las moscas se entretienen en el aire –fugacidad de muerte-
en generosa vacilación de alas
con mieles esparcidas
por rotunda congregación de ritmos
El estallido busca la explanada para morirse en líquido
El rostro de los mil rostros que me ejercen
es una pausa brusca del instante
con poemas de júbilo en los labios
Marina Centeno