Sus manos les son destinadas, los huesos de sus manos son de su pelo,
sus espacios vacíos y sus silencios muertos o dormidos como siglos, se los han guardado enteros.
Tan solos, a la sombra del mundo, tan aislados de todo, solitos ellos, estando juntos.
Y basta su olor para borrar el pasado, y basta su boca para curarse los besos.
Más de un cuarto de siglo aguardaron sus tristeza de luto y cementerio
y se llegaron nublados sin parecidos notables a las mañanas de antes.
Y como ahora, no se agitaba la luna, y como ahora, día por medio,
más de un cuarto de siglo, se esperan durmiendo.