Ninguno de nosotros creyó que fuera cierto, no al menos en la forma en la que nos lo dijo aquel viejo maestro austríaco de voz cantarina: El jabón se hace con grasa animal, con grasa de cerdo. Aquello nos pareció un disparate, pues era un contrasentido que la mugre se quitara con grasa; pero se lo dejamos pasar sin contradecirlo, inocentes -entonces- de que los humanos pudiéramos superar cualquier límite lógico en busca del beneficio propio. Esto fue hace muchos años, cuando apenas éramos unos críos.-Herr Kapitän, ya tiene preparados los elementos en el baño- me anunció a bocajarro el Cabo Köller, asustándome y haciendo que mis recuerdos de infancia se alejasen presurosamente de aquel barracón de Dachau. Así que, con un ademán enérgico -como le corresponde a un oficial de la SS-, dejé sobre el escritorio la lista de la nueva carga que el tren acababa de traer al campo... y fui a lavarme las manos.