La brisa mece los foques y suenan las campanillas de los mayores, el agua del puerto, sigue tranquila, con suaves ondulaciones que ayudan a los patos en su paseo entre las barcazas. Y la mar, plata hasta ahora, comienza a tomar tintes dorados, verdes y azules.
Las gaviotas, palomas y estorninos empiezan a revolotear y surcan el cielo, aún sereno y salpicado de algodón.
Los sonidos van cambiando, los aromas también, al olor del salitre, cabos mojados y algas, se suma el del molinillo de café y el tabaco de pipa del primer capitán , disponiendose a soltar amarras.
Cubre la Tramontana una extension de genista y pino verde oscuro, frondoso y desafiante hasta el extremo del pequeño faro.
El mediterraneo se posa a sus pies. Salto dentro del llaud, separo las redes y me hago a la mar, rodeo el pequeño puerto y ya desprotegida mi embarcacion de los feroces vientos del norte, avanza otro gran día de pesca.
Nota: pido perdon por la ausencia de tildes, el teclado es rebelde.
Dawn 5 agosto 2016