No dudo de la saludable buena intención de tan sanitaria recomendación, pero, puestos a ello y de la misma manera, las asociaciones pro defensa del reno deberían de movilizarse de una vez por todas, para acabar con la tortura abominable que suponen las dilatadas horas de trabajo ininterrumpido y agotador a las que somete Santa Claus a sus 'mascotas'. Igualmente, asociaciones para la protección de la salud mental infantil, deberían exigir la retirada inmediata de todos los libros infantiles cuyas historias contienen personajes fantásticos (tipo Hadas), al no haber pruebas concluyentes y veraces de su existencia o incluso querellarse contra los magos y la magia en sí, porque nadie en su sano juicio puede considerar que los trucos no son sino la consecuencia de un burdo engaño visual y de paso, explicar en rueda de prensa cómo se hace cada uno de ellos para desmontar definitivamente la farsa.
Disculpad tanto sarcasmo y tanto salir por los extremos en la introducción, pero me suelo tomar muy a pecho los ataques contra la ilusión (individual o colectiva).
No creo que haya personas tan inflexiblemente racionales en sus planteamientos, que no se permitan de cuando en cuando como forma de evasión de una realidad a veces muy dura, soñar con ficciones deslumbrantes en las que todo lo que la vida real nos niega resulta posible. Necesitamos creer en cosas que bien sabemos que no existen, pero que nos mantienen abierta la esperanza y avivan nuestra ilusión; muchas veces lo único capaz de sostenernos tras un agudo ataque de realidad. "Hay algo que da esplendor a cuanto existe y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina" (Gilbert Keith Chesterton).
Hoy he escogido una frase de un personaje, que cambio durante su vida la forma de soñar de millones de personas. Tuvo talento para lograrlo y también capacidad, dotes artísticas, perseverancia, lucidez, iniciativa, imaginación... pero ante todo tuvo ilusión y no permitió que nada ni nadie acabara con su fantasía. "Mickey Mouse salió de mi mente en una libreta de dibujo, en un tren de Manhattan a Hollywood, en un momento en que la empresa de mi hermano Roy y mía, estaba en el punto más bajo y el desastre parecía a la vuelta de la esquina".
Reflexión final: Todo su Imperio se construyó sobre un simple ratón, para que ahora vengan y nos digan que besando ranas no aparecen príncipes...