Solo tengo que insistir. Creo de verdad, de corazón, que solo tengo que insistir. Creo que solo tengo que insistir desde mucho antes de que Óscar de Garaje Jack le pusiera letra y música a mi mantra. Creo tan firmemente que solo tengo que insistir, que me lo he tatuado (un tatuaje muy chulo, por cierto) para que jamás se me olvide.
De hecho, creo que solo tengo que insistir desde hace tantos años, que ya suman más de diez. Porque creo que así y no de otra manera, es como se consiguen las cosas. Insistiendo. Creo que cuando tenemos la cara en la lona hay que levantarse de un salto y a luchar, a pelear.
Pero hoy, solo me apetece bajar los brazos. Dejar que la cuenta atrás llegue a 10 y quedarme ahí, en la lona. Llevo tantos años insistiendo que creo que me he ganado la libertad de dejar de insistir. Unos días. Unas horas. Unas semanas. No lo sé. He llegado al punto en el que dejé de creer. Dejé de creer en la gente y sobre todo, dejé de creer en mí. Y eso, es lo peor. Pero es culpa mía. He confiado mucho, en mí y en la gente. A mis tiernos 35 años debería ser menos pelotuda
En lo que sí sigo creyendo es que solo tengo que insistir, lo que pasa es que ahora, no encuentro las fuerzas que necesito para levantar la cara de la lona. No las encuentro porque estoy hasta la polla de levantarme una y otra vez. Estoy cansada de no tener un puto año de calma y de tranquilidad. Estoy cansada de ser un saco de optimismo que piensa siempre que todo está bien, que todo funciona. Porque no es así. Y si lo es, ahora mismo no soy capaz de verlo. Creo que lo único que me he ganado es el derecho a dejar caer los brazos. Unos días. Unas horas. Unas semanas. Lo que necesite. Lo que necesite para al final, cuando siga teniendo la cara en la lona, levantarme de un salto, y a luchar y a pelear. Como siempre. Porque SOLO TENGO QUE INSISTIR...