No eran compras compulsivas
Tanto que nos advirtieron de las compras compulsivas, y resulta que la crisis ha demostrado que no eran tales. Eran compras tontas, estúpidas, si acaso impulsivas, pero ha bastado una restricción de la renta disponible a los ciudadanos para que prácticamente hayan desaparecido hasta de las rebajas.
No, parece que no estábamos clínicamente enfermos; era solo un mal hábito. Una forma, como otra cualquiera, de confesar que no sabíamos practicar el arte de la felicidad.
Bueno, y ahora, ¿qué haremos? ¿Buscar otra muleta? ¿O disfrutar de los placeres sencillos?
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