El humo del ayer perfila siluetas nuevas, un desnudarse dejando atrás la sombra de lo que nos arrastra y nos persigue.
Toreo mis tacones, y los incito a seguirme, y sin querer que me rediman de ningún pecado, los dejo que adelanten mis sombras. A cada paso que damos dejamos atrás otro yo, y le desgarramos la piel. Lo miramos al espejo, en fotogramas e imágenes peliculeras, y ahí sigue, perplejo, sonriente, inquieto o asustado según los días, pero sin dejar de ser nosotros mismos. Nos persigue en leves humaredas, y va perfilando siluetas en el tiempo.Tiene igual que se disfracen (nuestras sombras) de deformes, elegantes, poéticas o prosaicas.
Somos retazos en continuos recosidos, unos cuantos pespuntes hechos al vuelo de las horas.
Sólo un viento amigo es el que nos empuja al cambio.Y amigo es una palabra que merece sus mayúsculas, ya que... en mi pecho, pocos anidan ya con tal merecedor sustantivo.El humo vislumbra el desvanecerse etéreo de un viejo yo que sigue caminando dejando atrás los pasos perdidos y con el alma prendida de tus luceros, esos son los únicos que a día de hoy, y como antaño, son mi única guía (gps para los modernos).
P.S. Hoy me levanté con esta música en la cabeza, una de las preferidas de mi padre. Ni que decir tiene que me invadió la nostalgia, y la melancolía.Lamento no estar ni mostrarme en mi mejor día, rebeldes; ya sé que... ya sé, ya sé... y sonrío:))Gracias por recordármela ;) Y esto queda entre tú y yo, P.