Ayer estaba muy enojada después de leer ESTA nota.
Era la gota que derramaba el vaso.
Ya había llorado por la muerte de esta muchacha, y ahora leía que "no era una niña de 10 años, fácil de engañar". Es para preguntarnos qué opinión le merecen al autor, las niñas de once años secuestradas. Porque ya no tienen 10 años, si han cumplido once... y ya se sabe que ahora son la mar de listas, y que a los doce hasta se maquillan, y como escriben algunos en los comentarios "hay papás que no saben dónde están sus hijos". ¿Y luego por qué pasa lo que pasa, verdad?
No pude más que hacer catarsis, ayer. Ahora que mi enojo se va pareciendo más al rechazo simple y menos a la ira, puedo escribir esta entrada.
Para empezar, copio tres comentarios que me parece que valen la pena. He corregido alguna falta de ortografía, pero dejo su redacción tal cual.
De Tere Monero, a un comentario donde se felicita al autor por su "buena investigación":
Esto no es una investigación: no tiene ni una sola fuente, ni una metodología, no se pueden rastrear los datos, no tiene confirmación, nada. Qué lástima que los medios revictimicen a las víctimas y en lugar de cuestionar las versiones oficiales, las defiendan y argumenten a favor de ellas señalando que fue culpa de los papás por no cuidar a su hija. Es una verdadera lástima que Brenda Ariel trivialice un hecho tan lamentable como el feminicidio de Yosheline, convirtiéndolo en un recetario de consejos para los padres de familia basado en la versión oficial de la Procuraduría General de Justicia. ¿Una lección que aprendimos?: la Procuración de Justicia en Querétaro es un chiste muy mal contado. Lecciones que aprendimos de tu columna: Brenda, ellos se van pero tú te quedas: si quieres ser una reportera que se respete tienes que cuidar tu prestigio, y el prestigio de un reportero se basa en su rigor para hacer su trabajo; dos: tu deber es siempre, siempre, siempre cuestionar a la autoridad, siempre; te lo enseñan en el primer semestre de la carrera. Necesitas ser sensible con las víctimas, ¿les vas a enseñar lecciones a los padres de familia?, ¿le vas a decir a la madre de Yosheline que la culpa la tuvo su hija porque se subió a un carro? o le vas a preguntar a la autoridad, a la PGJQ por qué no investigó las pistas que tenía desde el principio, por qué ahuyentó al agresor, por qué no ha tipificado el feminicidio, por qué insiste en señalar que las desapariciones y asesinatos de mujeres son casos aislados a pesar de que vemos uno nuevo cada semana, por qué revictimiza a los familiares. Qué está pasando en Querétaro.
De Yolanda Borrego:
[...]cae en el mismo juego de muchos de criminalizar a la víctima y a sus padres y eximir la gran responsabilidad del gobierno quien tiene el deber constitucional de garantizar seguridad a los ciudadanos, lo maneja como hecho aislado y sabemos que es una epidemia de desaparecidos y muertos donde ha quedado claro no sólo la incompetencia del gobierno sino su falta de voluntad y en muchísimos casos su complicidad
De Pánfilo Natera García:
Que lástima que este medio proteja a los agresores, ahora resulta que la protección y seguridad recae en los ciudadanos y no en el gobierno, con estas opiniones que da este medio de comunicación la víctima se convierte en presunta responsable que lástima.
Luego...
Las palabras crean realidad.
Las palabras están metidas en las ideas y las ideas crean realidad.
Lo que decimos, y mucho más lo que publicamos, con su quién, cómo, dónde y cuándo, tienen consecuencias.
Dicho esto, me atrevo a señalar que en parte, por "enseñanzas" como estas, hay más y más mujeres muertas.
No creo que el autor o quien publica la nota tenga una alianza macabra con el poder. Supongo que su colusión es simplemente eso para lo que le alcanza el criterio. Lo supongo porque a mi alrededor hay sobre todo pensamiento que sale de la misma fuente que el suyo. Es la fuente del pensamiento de los machos del lugar de tacos de la esquina, que hablan mal de una mujer con la que quieren acostarse. Es la fuente del pensamiento de la mujer macho de la lavandería -no de mi lavandería-, que ventila en la tienda casi literalmente, los trapitos sucios que encuentra en las bolsas de ropa que lava. Es la fuente del pensamiento por el que buenos amigos y familia, admiran el pisotón que da el más fuerte, el que puede darlo.
¿Que sigue, después de las enseñanzas que le dejó a Luis Gabriel Osejo, el "caso de Yosheline"? ¿Carteles recomendando a las mujeres no salir solas?
A mí el caso no me deja "enseñanzas" nuevas, pero voy a usar la misma frase de la columna:
"Son varias las enseñanzas que nos deja el caso":
Primero, hay que decir que el Estado es completamente responsable de garantizar seguridad y justicia a los ciudadanos. Que en el país, y en el estado de Querétaro, el Estado ha fallado ominosamente en esta responsabilidad, y ha fallado tan sistemáticamente que puede considerarse victimario.
Primero, aleccionadores y defensores de las buenas costumbres: hay que repetir que no es seguro ser mujer en este país, y que en Querétaro hace rato que se perdió la paz. No se está en paz donde hay personas clamando por sus seres queridos.
Si la segunda "enseñanza" va a tener que ver con los educadores, entonces hay que decir a las familias de las personas desaparecidas y muertas: estamos con ustedes. Ni por un segundo piensen que hicieron mal su trabajo como papás, como mamás, como tíos, tías o profesores, porque a alguien se le ocurre que debieron haber repetido una vez más la letanía sobre "cuidarse bien". ¿Debieron hacer que su hijo les llamara cada hora, para constatar que estaba a salvo? Lo que todos debimos hacer es repudiar la violencia que creció y creció hasta que no dejó a nadie sin una historia triste cercana; pero ni siquiera eso nos da la culpa del criminal y la responsabilidad de la autoridad.
Sí, hay que educar de manera diferente. En lugares como Querétaro, parece que hay que empezar con los básicos para los años cincuenta: el hombre y la mujer son igual de valiosos; nada justifica que te ponga una mano encima... No se trata de inventar artilugios para que una mujer descubra si le han puesto algo en la bebida: se trata de educar a los hombres para que se escandalicen de la idea de forzar un acto de cualquier tipo.
Para que la tercera "enseñanza" sea sobre la comunicación: que sea sobre la comunicación de las cifras reales sobre desaparecidos y muertos en la ciudad y en el estado; que sea sobre dar a conocer los protocolos que siguen las diferentes instancias para buscar a una persona, y sobre las torpezas y "equívocos" en las investigaciones. Fomentemos la participación de la sociedad para que todos tengamos conciencia de cuántos casos hay de desapariciones en los que fue la familia la que movió cielo, mar y tierra, y no las instancias destinadas para tal fin.
La cuarta "enseñanza", sobre las autoridades, que sea sobre el trato que deberíamos darles.
Yo creo que hay que respetar a quien tiene autoridad: desde el señor policía hasta el señor presidente de la república; su investidura debe importar algo para que conservemos alguna vía que permita el estado de derecho.
Pero hay que dejar de aplaudir. Hay que escuchar a quienes cuestionan.
No es verdad que es más fácil criticar que hacer. Hacer a lo bruto es muy peligroso. El sustento del hacer es importante y hay que revisarlo, exponerlo y dudar de él.
Tratémosles como a servidores públicos: es lo que son.