Sordos

Publicado el 12 junio 2012 por Humbertodib

La verdad tiene patas cortas, solía decir mi viejo...Decidí realizar un taller de lectura de Borges en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Nunca había leído nada de Borges -ni me interesaba, lo reconozco-, pero me anoté porque quería saber qué tenían para decir los expertos en la materia. En fin, fui para discrepar, siempre me motivó cierto espíritu antagonista.En el primer encuentro, los participantes dieron su parecer acerca de la obra del escritor, casi todos la consideraban absolutamente inaccesible. Era ése, en definitiva, el motivo principal por cual habían ido allí: para que otro les dijese cómo, cuándo, dónde y por qué leer a Borges. Enseguida me puse del lado de estas personas, por supuesto, pero no porque creyera que fuera inabordable (no lo sabía), sino para mostrar que para entenderlo de verdad había que tener un vasto conocimiento de Filosofía, Literatura, Mitología... como era mi caso, mentí. El otro grupo estaba formado por unos pocos que opinaban que más allá de lo que se supiera de cualquier disciplina, el sentido de sus cuentos se entendía. Esa fue mi oportunidad para esgrimir un argumento irrebatible. Con una soberbia que aún me avergüenza aduje que, por ejemplo, era imposible entender La casa de Asterión (título que acababa de leer de reojo en el libro de mi compañero de banco) si previamente no se había leído la leyenda del Minotauro en alguno de los Clásicos; y nombré a Apolodoro, Plutarco y Virgilio, a los cuales conocía sólo de oídas. Asqueado de inventar patrañas, detuve el debate para confesar la verdad:-Basta, yo jamás leí un texto de Borges. 
Se hizo un silencio ensordecedor, a la vez que los ojos del grupo se dirigían, expectantes, al coordinador. Al principio, el tipo me miró con recelo, pero luego se levantó entusiasmado y dijo:-Brillante conclusión la del participante, con Borges sucede eso, ni aún leyendo sus textos podemos decir que los hemos leído- entonces todos me aplaudieron por mi lucidez.