Revista Diario
¡sorpresa!
Publicado el 01 abril 2010 por AlfonsoCuando estás tan hundido que la mirada no se aleja de los dedos de tus pies, tan deprimido y absorto, que si la vida alguna vez fue, hace meses que pasó de largo y ya no es, ni será, parecida a la de tu memoria; cuando llevas tanto tiempo en paro que ya no te quedan amistades a las que ofender contándoles lo mal que te va la vida, cómo en las próximas elecciones al congreso de los diputados no te acercarás a la urna; cuando piensas que a este lado de los pirineos el mundo no es peor ni mejor pero si más pobre y resentido; cuando has hecho del sarcasmo el refugio de tu frustración, sólo lees la prensa gratuita y maldices que el microbio de la a-de-ese-ele te infectara con su sapiencia infinita; cuando recuerdas que hay poca diferencia entre aprender del enemigo o del vecino, ríes al escuchar que el dinero no se crea ni se destruye, sino que se transforma, e intentas recordar en qué curso de física y química se diluyó tu interés científico; cuando, como el procurador de Judea que es interrogado por un Anatole France disfrazado de Lamia, no intuyes quién ha sido la persona más importante que rozó tu vida, no tu ex esposa, a quien ahora alabas por su decisión de no darte, darse, daos, descendencia, a quien un par de llamadas telefónicas al año te bastan para seguir siendo Mr. Correcto;. el señor Civilizado; cuando no celebras las fiestas por no tener remordimiento de gastar los ahorros en licores o marisco en vez de cursos de reciclaje u oposiciones estatales; cuando todo esto te ronda cada noche y te desvela, y ves las fases lunares empezar y desaparecer y volver a empezar, tumbado en el dormitorio principal de un refugio que cuando termines de abonar estará para reformar por completo; cuando no puedes más, te despiertas: es 5 de abril, ¡sorpresa!.Y das las gracias a Hacienda (la de la hache mayúscula, tal es su sombra de grande). Las das porque te hayan dejado vivir 4 días más con tu bendita ignorancia, sin saber que en el recibo del abono de la prestación por desempleo no había deducción por IRPF no porque no procediera, sino para que tuvieras más dinero y ejercitaras la antigua costumbre de guardar en la panza de la hucha, del chancho que hace tiempo te comiste en forma de morcillas, chorizos y otros embutidos. Y echas de menos que nadie te haya robado el mes de abril, como le sucedio a Sabina, ese abril que recuerdas que hace brotar flores de las tumbas y revuelve recuerdos con anhelos por culpa de un pasado en el que prestabas atención a la poesía de otras tierras y otras épocas. Son tantos meses los que has pasado entre el sofá, los noes, los carpetazos y los silencios del teléfono que por un dolor nuevo añadido a tu esqueleto no vas a protestar. Además, a quién quejarte, dónde hacerlo , si hace años te contaron que la H somos todos y los creíste y acataste sin resoplar. Cómo pudiste olvidar a la hormiga y su cigarra, que en el cuento de los cerditos había un lobo. Que el día a día no es un cuento de final feliz.
Anatole France