Revista Literatura

Soy leyenda

Publicado el 22 junio 2010 por Sergiodelmolino

Contaré la historia sin dar nombres, que bajo estos modales de arriero con gonorrea se esconde un alma educada.

Me manda un mail una escritora de periódicos (como llamaba Josep Pla a columnistas y asimilados). Nos conocimos en la presentación de uno de mis libros y nos leemos y nos admiramos mutuamente, pero la cosa no pasa de ahí y de una esporádica relación electrónico-epistolar. En ese mail me cuenta que le van a publicar un libro con una selección de sus artículos en la editorial Tararí (nombre ficticio).

Hasta aquí, todo normal. Pero el texto sigue:

Fulano (nombre más ficticio aún) me ha dicho que estás preparando una guía de librerías de Buenos Aires para esa misma editorial.

Conozco a Fulano a través de este su humilde blog, pero desconozco por completo la editorial Tararí y no tenía ni idea de estar preparando una guía de librerías de Buenos Aires.

Es cierto que, últimamente, con la paternidad, la novela, el trabajo y el florecimiento de los escotadísimos y mínimos vestidos de verano en las calles, ando muy descentrado. Podría estar haciendo cosas sin ser consciente de hacerlas. Me noto los neurotransmisores flojuchos.

Todo se confabula contra mi débil mente: exceso de trabajo, falta de sueño, un hijo que ha desarrollado una notable habilidad prensil y coge todo lo que se le pone a su alcance y un montón de adolescentes prácticamente en pelotas bamboleando sus pechos en la calle bajo el tímido sol de junio sin que mis numerosas dioptrías basten para emborronar su alegre erotismo light.

No estoy en mi mejor momento, pero por más que me exprimo el córtex no recuerdo haberme puesto a preparar una guía de librerías de Buenos Aires.

La chica me vuelve a escribir, extrañada de mi extrañeza, y jurando y perjurando que Fulano, a la sazón responsable de esa editorial que yo no conocía, le había contado el proyecto en el que yo andaba embarcado.

Acabáramos.

Así que resulta que todo era una trola. Una trola de Fulano.

Qué alivio.

Luego, no me estoy volviendo loco. Luego, los escotes de las adolescentes y sus senos cruzados por una fugaz gota de sudor no me sulibeyan tanto como creía.

Me han utilizado como reclamo. Qué ilusión. Alguien se ha inventado algo sobre mí porque considera que esa invención puede resultarle atractiva a alguien. Ha pensado que quedaba bien para su editorial o proyecto de ídem decir que yo estaba en su nómina haciendo una argentinada.

Qué guay.

La fama ha llegado al fin. Con lo que la llevo esperando, que ya se me había olvidado.

¿Qué será lo siguiente? ¿Nuria Bermúdez contando en Sálvame cómo jineteó conmigo en los baños de Pachá Ibiza y cómo supliqué que me hiciera lo mismo que le hacían a Pedro J en su vídeo? ¿María Patiño anunciando que he sido visto con la Duquesa de Alba en el Rocío, los dos muy acaramelados? ¿El defensor del menor denunciándome por hablar demasiado de mi hijo en público? ¿Un reportaje de cámara oculta de El Mundo TV en el que se me ve comprando droga al juez Garzón en el Valle de los Caídos?

Todo un horizonte de bellas mentiras se abre ante mí.

Que hablen de uno, aunque sea bien.

PD 1.- Lo desmiento oficialmente: ni preparo ni me han propuesto hacer nada de eso de las librerías, pero aprovecho para anunciar que si hay algún editor en la sala dispuesto a pagarme un billete de avión y dos meses de hotel en Buenos Aires (adelanto a negociar y dietas, aparte), a la vuelta le escribo la mejor guía de librerías porteñas que se haya hecho nunca. Y por un poco más le hago otra de restaurantes, de bares de copas y hasta de hipódromos y cuartos de baño públicos.

PD 2.- Para los programas del corazón: no monten guardia en mi puerta, que estoy dispuesto a acudir a los platós a contarlo todo. Puedo dar espectáculo, sé insultar con gracia y no me importa desnudarme en directo si el guión lo exige. Hagan sus ofertas, que yo les paso los 20 dígitos de mi cuenta para que vayan ingresando dinero.


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