Amé ese magnolio, aunque tuviera un tronco flaco y desgarbado. Amaba su flor, blanca y aromática.
Amaba los bambúes, aunque mi abuelita por su alergia hizo cortar aquellos que estaban al frente de su pieza.
Hace un tiempo cortito, buscando un regalo para mis compañeras también me encontré unos aritos hermosos, de vidrio (o plástico transparente), con un árbol dentro en 3d... morí del amor, me los auto regalé de Navidad...
Y aún no entiendo muy bien por qué -salvo el típico significado, del árbol de la vida- me gusta y amo tanto esa figura, la de un delgado árbol. Quizás lo soy, quizás lo fui.
Pero cada día más, la imagen de este árbol flaco y desgarbado, con hojas hermosas, me sigue e identifica.