Soy un libro posado en una balda,
un cuaderno de sombras y de letras,
el reposo y la paz de los amantes
y el refugio de sueños y de ideas.
Han pasado miradas por mis hojas
y pupilas un tanto soñolientas,
en virtud de los hombres y los días
y del fruto y humor de su paciencia.
He nacido de un bosque centenario
y me vi, en un instante entre galernas,
compartiendo productos muy diversos
y llegando, por fin, hasta la imprenta.
Compañeros de risas y de llantos
fueron muchos los libros a la hoguera,
en virtud de los hombres ambiciosos
y estrechez de miradas y conciencias.
Soy un libro posado en una balda,
un gorrión escapado de un poema,
una rima que suena vacilante
y que busca en la noche a las estrellas.
Pero soy el amigo olvidadizo,
el guardián de las lágrimas y penas,
el que alienta los pechos más amargos
y al Olimpo les lleva sin promesas.
Y así soy, por la mano del artista,
amanuense sin pelos en la lengua,
el que escribe de día y por la noche
a la luz de candiles y de velas.
Porque existe el poema y el relato
y también el diario del asceta,
aunque queden las huellas agridulces
de aquel niño jugando por la arena.
"...Soy un libro posado en una balda,
una voz de la infancia en la conciencia,
soy un verso volcado del pasado
para ti, primavera, que me esperas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
16/03/15