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Stalin

Publicado el 15 octubre 2009 por Mayor Reisman
Stalin
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Al famoso axioma - la historia la escriben los vencedores - habría que añadirle la siguiente coletilla - pero son los vencidos los que protagonizan las mejores películas. Porque eso es exactamente lo que ocurre cuando comparamos entre sí las representaciones cinematográficas dedicadas a los tres mayores dictadores sanguinarios del siglo XX: el tío Adolf, el tío Jose y el tío Mao.

"Stalin" es el único biopic dedicado por entero al infame dictador comunista. Se trata de una producción de la HBO de casi tres horas de duración. Robert Duvall fue el encargado de dar vida a Josef Stalin, y acompañándole encontramos a Julia Ormond en el papel de Nadya Allilulyeva, a Maximillian Schell encarnando a Lenin y a Jeroen Krabbé como Bukharin. Hay otros rostros conocidos de series norteamericanas intepretando a los diversos personajes protagonistas de aquellos terribles años como fueron Trosky, Voroshilov o Beria.

Aunque el telefilm abarca desde la juventud de Stalin hasta su muerte, la mayor parte del mismo está dedicada al período comprendido entre los años 1920 y 1940. Es decir, todo lo que significó su llegada al poder y su posterior mantenimiento en el mismo. La historia está contada tomando como base los recuerdos de Svetlana, la hija de Stalin. Veremos así las intrigas para conseguir su ascenso al poder, el exilio de Troski, la muerte de Nadya, sus relaciones con sus hijos, el asesinato de Kirov y las diversas purgas que provocó para eliminar a todos aquellos que, o bien se le opusieron, o bien le apoyaron alguna vez pero habían dejado de ser útiles. Destacaría una frase que resume bastante bien lo que significó el stalinismo y en que acabaría convirtiéndose. ¿Crees qué no lo se? Stalin lo sabe todo.

Esta miniserie fue galardonada con varios premios, incluido un globo de oro a Robert Duvall por su interpretación. Lo cual me hace pensar que los candidatos de aquel año no debieron de ser muy buenos. El Stalin de Duvall es flojísimo. El principal handicap es que la mitad de la película está dedicada al período en el que Stalin estuvo casado con Nadya, cuando tenía entre 40 y 50 años. Y Duvall tenía 60 años cuando realizó el papel, por lo que se nota mucho el kilo de maquillaje, el peluquín y el falso mostacho que lleva. Su aspecto no desentona tanto cuando representa al Stalin post-IIGM, pero esa parte son tan sólo los 20 minutos finales de la película. En mi opinión el mejor Stalin de la pantalla es el cerdo Napoleón de "Rebelión en la Granja".

Adicionalmente la serie tiene el defecto de intentar abarcar mucho en muy poco tiempo. Hay aspectos sobre los que pasa totalmente de puntillas, cuando no se obvian por completo. Así, brillan por su ausencia cualquier referencia a la Guerra Civil Española, a la Guerra de Invierno, al pacto con Hitler, o a la invasión de Polonia. Y en cuanto a su papel durante la Segunda Guerra Mundial, se reduce a la crisis nerviosa que sufrió durante los primeros días de la operación Barbarroja y su posterior recuperación. El resto de la IIGM son imágenes de un documental con el avance de los tanques soviéticos. De hecho, el mariscal Zhukov ni siquiera sale.

Otra cosa que me gustó bastante poco fue el infantil maniqueísmo que tiene. Es cierto que Stalin era un tirano desalmado y mostraba muy poco cariño hacia sus retoños y que sus secuaces eran en su mayor parte unos pelotilleros ansiosos por medrar, aunque Molotov no era tan estúpido como lo representan. Pero lo que no parece tan creíble es que aquellos que se oponían a Stalin, como Troski, Kirov o Bukharin, fueran tan bondadosos e idealistas como los pintan. Incluso Lenin es representado como una especie de santo varón que sólo buscaba el bien de todos. En mi opinión aquello fue un régimen en el que se dio una competición entre diversos personajes, cada cual más corrompido y rastrero, y el más despiadado fue el que ganó.

En el lado bueno de la serie destacaría su ambientación y que resume bastante bien lo que fue el establecimiento del estalinismo, sobre todo en el aspecto de las purgas. También me gustó la forma de representar a Stalin como una especie de ser paranoico que desconfía de todos y que atemoriza a todos. Y como éste consigue apoyarse en un determinado momento sobre unos personajes apelando a sus ambiciones para luego traicionarles y deshacerse de ellos.

Merece la pena verse por lo que cuenta, no por cómo lo cuenta.


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