Revista Literatura

Stan lee presenta... escritores en los cómics

Publicado el 19 mayo 2021 por David Rubio Sánchez
STAN LEE PRESENTA... ESCRITORES EN LOS CÓMICS
    El próximo mes dedicaremos la edición de nuestro concurso de relatos a una niña tan particular y adorable como es Matilda. Y aunque su verdadero poder es su pasión por los libros, también cuenta con la inestimable ayuda de un superpoder como es la telequinesia.    Así que hablando de superpoderes no he podido resistirme a traer al gran Stan Lee, uno de los más grandes creadores, no ya de historias, sino de universos de ficción. El tipo que, para qué decir otra cosa, me enseñó a leer, a emocionarme y a soñar con la ficción. Podría deciros que con nueve años devoraba a Salgari, a los hermanos Grimm, a Julio Verne o a Tolkien, pero mentiría como un bellaco. Mis primeras letras leídas las pronunciaron personajes como Spiderman, el Capitán América o Los 4 Fantásticos.    Leía hasta los créditos, en los que brillaba una leyenda al inicio de la primera página: «Stan Lee presenta…». Entonces no había Internet, ni tiendas especializadas en cómics, ni se hacían películas como para que los telediarios dedicaran un mínimo tiempo a esos cuadernillos ilustrados, pero deduje que ese Stan Lee debía ser el creador de esa mitología moderna. Alguien capaz de que conseguir que un niño soñara con escribir las suyas propias.     Lo que no sabía entonces era que su sueño no era precisamente escribir cómics.    Señoras y señores, con ustedes Stan Lee.

STAN LEE PRESENTA:

    Lo primero que llama la atención de la vida de este neoyorquino, cosecha de 1922, es su nombre. Stan Lee no es el nombre con el que sus padres lo inscribieron en el registro, pero sí es el que consta en su partida de defunción. ¿Cómo se explica?

    El nombre de la bestia

    Su verdadero nombre era Stanley Martin Lieber y sobre todos sus sueños destacaba uno: ser escritor. Pero escritor de novelas, como sus ídolos Edgar Rice Burroughs, Arthur Conan Doyle y Robert Louis Stevenson.    Hoy casi nos resulta paradójico, pero cuando comenzó a trabajar en comics consideraba que «el negocio del comic book era el último de la lista de la escala cultural» y por ello pensó que si utilizaba su nombre real quedaría estigmatizado para la Literatura y ello le impediría escribir algún día esa Gran Novela Americana con la que soñaba ser su autor.    Así que, con dieciocho años, recién graduado como bachiller y rebautizado, entró a trabajar en Timely Comics, que hoy es la todopoderosa Marvel Comics. Buena culpa de ello la tuvo que el propietario, Martin Goodman, fuera el marido de una prima suya. También ayudó que en ese momento la editorial estuviera pasando por un excelente momento. La II Guerra Mundial había estallado creando al mayor de los villanos imaginables: Adolf Hitler y los cómics no tardaron en dar el gusto a sus lectores y darle su merecido, aunque fuera en papel. ¿Y quién mejor para ello que un superhéroe vestido de barras y estrellas?     Joe Simon y Jack Kirby, recién llegados a Timely Comics, crearon la primera remesa de superhéroes de la compañía, siguiendo la estela iniciada por Superman en DC Cómics, en la que despuntaría, cómo no, el Capitán América. El éxito fue brutal, hasta el punto de desbordar a los autores quienes rogarían al señor Goodman que les consiguiera un chico para todo: para los recados; para borrar el lápiz de las páginas entintadas; o para preparar el café.    Por supuesto, de entre todas esas tareas también se incluía la de guionista ocasional y gracias a ello escribiría pronto su primera historia, de apenas dos páginas, un anexo a un número de Capitán América. A partir de ahí adquiriría un papel más relevante, sobre todo cuando un año después, Simon y Kirby, las estrellas de la compañía a las que venía a ayudar, abandonaron la editorial por desavenencias económicas y personales con Martin Goodman, que además de ser pariente de Stan era un implacable hombre de negocios como veréis muy pronto.    Así que, en 1941, Stan Lee tuvo ya los galones para crear su primer superhéroe, The Destroyer. Sin embargo, su meteórica actividad creativa sufriría un parón cuando tuvo que incorporarse al ejército, formando parte de los Signal Corps.    Cumpliría su servicio hasta el final de la II Guerra Mundial. A su regreso, el mundo del cómic había cambiado gracias a la irrupción de otro monstruo del entretenimiento, Walt Disney. Las nuevas estrellas de los cómics y la animación eran los animales divertidos y Timely había conseguido hacerse con los derechos de Super Ratón, convirtiéndolo en buque insignia de esos momentos. Además, el público adolescente alucinaba con personajes como Miss América, en cuyos cómics se incluían consejos de maquillaje y moda. Eso, y que los superhéroes vendían cada vez menos, provocó que Timely se dedicara a géneros como el romántico, el bélico, el western o el terror.  Stan Lee no percibió con desagrado este giro temático, al contrario, disfrutó con la oportunidad de escribir otras cosas.  Sin embargo, al comenzar la década de los sesenta dos nuevos supervillanos le harían plantearse su carrera en el mundo del cómic.
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Los clásicos supervillanos de la creatividad: el editor implacable y el moralista recalcitrante

Martin Goodman, el editor implacable

    Como ya hemos dicho, Martin Goodman era un hombre de negocios que entendía el medio como una industria. En palabras del propio Stan Lee era: «Un empresario de éxito que se mantenía alerta e intentaba detectar modas. Una vez se daba cuenta de qué era lo que vendía, publicábamos un montón de material de ese tipo». Y desde luego que así era a juzgar por su primer mandamiento editorial:
«Si das con un título que vende, añade unos cuantos más. Te habrás asegurado buenos dividendos.»
  Sí, Goodman era uno de esos editores que agotaba las fórmulas hasta la extenuación. Hoy día la cosa no es que haya cambiado, por cierto. El código Da Vinci agotó el listado de los genios de la Antigüedad con enigmáticos mensajes ocultos; Las sombras de Gray llenaron los estantes de novelas pseudoeróticas; la saga Millennium pareció decir a las editoriales algo así como ponga un nórdico en su catálogo…  Ese dictado constante sobre lo que debía publicarse agotaría a Stan Lee, que veía cómo, poco a poco, su trabajo se convertía en algo rutinario, encorsetado en los mismos guiones una y otra vez.

Fredric Wertham, el moralista recalcitrante

    El doctor Fredric Wertham, encajaría perfectamente en el perfil del psiquiatra maléfico. Desconozco qué clase de traumas tuvo en su infancia, aunque apostaría por que una aficionada a los cómics le diera calabazas. El caso es que este tipo se especializó en el tratamiento de niños conflictivos y delincuentes juveniles. Su mirada de águila constató que la mayoría de ellos leía cómics. Quizá, alguien debería haberle hecho ver que en esa época todos los niños, conflictivos o no, lo hacían. Como nadie se lo advirtió escribió un ensayo titulado La seducción del inocente e inició una campaña contra los lujuriosos, y contrarios a las buenas costumbres, cómics.     Estas campañitas suelen calar en la opinión pública, y más cuando los políticos se las apropian. Creo que cualquiera que sea usuario de las redes sociales se habrá dado cuenta de que hoy día estamos muy cerquita de algo muy parecido, eso sí, como toda censura que se precie, bajo almibaradas capas de buenas intenciones.    El caso es que la iniciativa del psicólogo llegó al senado norteamericano.  La industria, que se olió lo que iba a pasar, prefirió adelantarse a los controles que les pudieran imponer los políticos y creó lo que se llamó Comic Code, una especie de código de buenas prácticas en el contenido de los cómics para asegurar que ningún niño se corrompiera.    Esta aberración consiguió que cerraran muchas editoriales, como la gran EC Cómics que publicaba historias de terror como Historias desde la Cripta. Por no hablar de la espantada de los lectores que desde luego no estaban dispuestos a pagar ni un céntimo por productos como World's Greatest Songs, cuyo interesante y formativo contenido consistía en ilustrar las canciones más populares.  Limitación creativa por imposición comercial; limitación creativa por imposición moral. Demasiado. Así que, en 1960, Stan Lee decidió que abandonaría Marvel y el mundo de los cómics e intentaría iniciar su carrera como escritor.    Pero todavía faltaba una última bala, una verdadera bomba atómica que revolucionaría el mundo del cómic para siempre.

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Sin duda, la censura en pro de las buenas costumbres y pensamientos es algo cíclico


El cómic que lo cambió todo

    En un campo de golf, nuestro ya amigo Martin Goodman coincidió con el editor de DC Comics. En esa conversación se enteró del éxito que esta editorial había cosechado con la Liga de la Justicia, una serie en la que habían reunido a sus superhéroes más famosos (Superman, Batman, Wonder Woman...). Ya hemos visto que Goodman era un lince para oler dónde estaban las ventas. Así que, de regreso a la editorial, llamó a Stan Lee y le pidió que hiciera lo mismo, pero este le planteó dos cuestiones:
  1. En Marvel no tenían ningún superhéroe en nómina en ese momento.
  2. Había tomado la decisión de abandonar la compañía.
  Afortunadamente, Joan, la esposa de Stan Lee, le propuso: "Si de todos modos piensas dejarlo, ¿por qué no haces un par de comics como tú crees que deberían hacerse y te sacas la espina antes de abandonar?". Los millones de lectores de cómics nunca agradeceremos lo suficiente a Joan esas palabras que tuvieron su efecto inmediato.    Stan Lee se puso las pilas. Echó mano de su experiencia en el medio, de toda su imaginación y del gran dibujante Jack Kirby. Con todo ello, el uno de noviembre de 1961 vio la luz en los quioscos el número 1 de Los 4 Fantásticos. Un auténtico Big Bang del que nacería el Universo Marvel. Le seguirían otros cien números más guionizados por Stan, además de un sinfín de nuevas series y nuevos superhéroes. Argumentos y tramas tan fascinantes como desalentadoras para quien pretenda ser original en el género de la ciencia ficción. Cualquier argumento que se nos pueda ocurrir seguro que ya se le ocurrió a Stan Lee.    No fue solo el inicio de una Nueva Era de personajes superheroicos, significó una revolución en la manera de narrar el llamado arte secuencial, en el tratamiento de los personajes, en la estética, en el método de trabajo para crear miles de historias. Para los que todavía vean la obra de Stan Lee con cierta condescendencia, tipo Bah, solo son personajes vestidos con mallas les sugiero una reflexión: ¿Cómo puede un personaje de ficción mantenerse en primera línea durante sesenta años? Creo que la respuesta es evidente. Ese personaje debe tener unos cimientos mucho más sólidos que un simple traje llamativo.   Y los que escribimos, o aspiramos a ello, deberíamos tomar muy buena nota del genio creativo de Stan Lee.
STAN LEE PRESENTA... ESCRITORES EN LOS CÓMICS
    Afortunadamente, Stan supo entender que su talento se encontraba escribiendo guiones para los cómics, así que, como desagravio a su inicial menosprecio a este mundillo decidió cambiar su nombre legal por el apodo con el que se le conocía mundialmente.     No llegaría a escribir esa Gran Novela Americana, aunque hace un par de años publicara poco antes de fallecer la novela Alliance: El juego de la luz. Una novela distópica sobre esta era de relaciones digitales.    Él no llegó a dedicarse a la novela, pero desde luego que hubo y hay escritores que han guionizado cómics y en algunos casos seguro que nos podemos llevar una sorpresa.

ESCRITORES EN EL CÓMIC

    El cómic nació en los años treinta de la fusión de las tiras de prensa con la literatura Pulp, que engloba a aquellos relatos de terror, fantásticos y de ciencia ficción que se publicaban en formatos revista de papel barato. Así que es hasta cierto punto natural que fueran autores que dieron sus primeros pasos en esa literatura popular los que más cerca estuvieran de los nuevos cuadernos ilustrados. Y desde luego no hablamos de escritores cualquiera.

DASHIELL HAMMETT, MICKEY SPILLANE Y PATRICIA HIGHSMITH

    Dashiell Hammett, uno de los tres grandes maestros absolutos del género negrocriminal, y autor de El Halcón Maltés y Cosecha Roja, de detectives como Sam Spader o el Agente de la Continental, fue también uno de los primeros en adentrarse en el mundo del comic, aunque fuera brevemente. Acompañado a los lápices por Alex Raymond (creador de Flash Gordon), nos ofreció las primeras aventuras del Agente Secreto X9, que se publicó en tiras de prensa. El argumento, por supuesto, es negro. Un detective que persigue a los mafiosos porque asesinaron a su familia.    Patricia Highsmith, la gran dama del suspense, como vimos en Trío de parejas, también comenzó en el mundo del cómic y, como en el caso de Stan Lee, lo hizo como un primer paso desagradable pero necesario para su carrera como escritora de novelas. Guionizó superhéroes para varias editoriales como Nedor cómics, con el personaje Black Terror; la Fawcet Comics personajes como Golden Arrow, Spy Smasher o Captain Midnight; o la propia Timely Comics, dando vida a las aventuras de The Destroyer o Matajaponeses Johnson.    Mickey Spillane, después de trabajar con Stan Lee en su primera etapa en la entonces Timely, alcanzó la fama en el mundo literario con la serie del detective Mike Hammer.

RAY BRADBURY, EDGAR R. BURROUGHS y ROBERT E. HOWARD

    Esta terna de autores no llegó a escribir ningún cómic pero colaboraron activamente en la adaptación de sus obras literarias. E. R. Burroughs con Tarzán y Robert E. Howard con su personaje Conan, el Bárbaro. Un caso curioso fue el del maestro de la ciencia ficción, Ray Bradbury. EC Comics adaptó un par de sus relatos para una de sus publicaciones de relatos de Ciencia Ficción, eso sí, tuvieron el despiste de no abonárselos económicamente. Ray les recordó ese detalle mediante una carta en la que les pedía cincuenta dólares. La cosa tuvo un final feliz puesto que a partir de entonces se inició una colaboración que cuajó en 25 relatos de terror y ciencia ficción del maestro, entre ellos varios de los incluidos en Crónicas marcianas.

STEPHEN KING, WARREN ELLIS, NEIL GAIMAN y ALEJANDRO JODOROWSKI

    Ejemplos más modernos podemos encontrarlos en Warren Ellis, que tras pasar por Marvel (Thor, Lobezno, Daredevil) y la DC Comics (Planetary), ha publicado varias novelas negras. La última, Normal, publicada en 2016.    El maestro del terror, Stephen King, también ha flirteado con el mundo del cómic. En 2005 firmó por Marvel para guionizar su obra La Torre Oscura, siendo acompañado a los dibujos por Jae Lee.    ¿Y qué decir de Neil Gaiman? El ya famoso y reconocido escritor de Fantasía, autor de Stardust, Coraline o la antología Objetos frágiles comenzó su carrera en el mundo del cómic. Su The Sandman publicado por el sello Vértigo perteneciente a DC Comics, es una obra maestra absoluta que se escapa a cualquier género. Su personificación del sueño, lo lleva a transitar el género de terror, el fantástico, con una riqueza de historias y de elementos de folklore y mitológicos impresionante. También trabajó para Marvel con Los Eternos y, en la propia DC, escribió una historia de Batman.    Por no hablar del multifacético Alejandro Jodorowsky. Escritor, director de cine, psicomago... De verdad que es os recomiendo que echéis un vistazo a Wikipedia para comprobar el enorme talento de este autor. En el mundo del cómic destaca su colaboración con el dibujante Moebius, en la novela gráfica El Incal o La casta de los Metabarones, entre otras muchas.

MARGARET ATWOOD Y EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA, KAZUO ISHIGURO

    La prolífica Margaret Atwood, autora de la famosa novela El cuento de la criada, parece ser que se aficionó a los cómics cuando devoraba las aventuras de Dick Tracy que aparecían en los suplementos dominicales de los periódicos. Pero ha sido recientemente, con más de setenta años, cuando ha guionizado su primer cómic basado en un personaje realmente curioso: Angel Catbird.  Este personaje es un homenaje al cómic desenfadado y alegre que se hacía en los años cuarenta. Su protagonista es un informático llamado Strig Feleedus, que adquiere sus poderes tras sufrir un accidente con un mutágeno que fusiona su ADN con el de un gato y un búho. El dibujante es Johnnie Christmas que capta realmente bien el lenguaje corporal felino del héroe.    Por su parte, Kazuo Ishiguro, Premio Nobel de Literatura en 2017, afirmó que uno de sus futuros proyectos sería un cómic. Eso lo dijo en 2017, aunque todavía no lo ha concretado. De todas formas parece que tarde o temprano saldará esa deuda con el medio al considerar que el manga (cómic japonés) es una de las mayores contribuciones culturales niponas. Parece ser que su afición se remonta a cuando su abuela le enviaba cajas repletas de mangas. 
Es algo único, tienes que dejar tantas cosas fuera: escoges dos o tres momentos y el resto queda para la imaginación del lector. Ha influido en mi forma de escribir, que es un poco así. Kazuo Ishiguro
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¡Saludos tinteros!
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