Los vehículos privados consumen alrededor del diecisiete por ciento de la energía de España. La mayoría de los Consumidores no somos conscientes del volumen y peso del dióxido de carbono que produce nuestro coche.
Si el dióxido de carbono, en vez de expulsarse por el tubo de escape se depositara en un depósito a bordo, veríamos con sorpresa que cada cien kilómetros nuestro coche pesaría dieciséis kilos más. Da que pensar.
Para sensibilizar a los conductores de este problema, desde 2002 es obligatorio que los fabricantes de coches incorporen a la información comercial que ofrecen al Consumidor una etiqueta energética que clasifica los distintos modelos según su eficiencia energética y producción de contaminantes. Aún así, esta información pasa desapercibida por el Consumidor, que decide su compra por criterios menos racionales. Efecto claro de la publicidad masiva en los medios de comunicación.
Pero al Consumidor que planee comprar un coche le interesará saber que tiene a su disposición en Internet una base de datos completísima donde consultar el consumo real de carburante y las emisiones de los coches nuevos. Las opciones de búsqueda de información son: marca y modelo, segmento comercial y consumo relativo, donde se ordenan los coches de menor consumo: http://www.idae.es/Coches/portal/BaseDatos/BaseDatos.aspx
Cada modelo se etiqueta por una letra y un color. La escala empeza por la letra A (color verde oscuro) que indica que ese modelo consume un 25% menos de la media de los vehículos de su misma categoría. Y termina en la G (color rojo) que alerta que su consumo es un 25 % superior a la media de su categoría.
Si al comprar una simple batidora nos guiamos por su etiqueta energética, ¿no nos debería de preocupar infinitamente más la eficiencia de nuestro coche?. Porque no es fácil sustituir un coche nuevo, y hay modelos que son una auténtica condena para sus propietarios.
Desde el día 1 de julio de 2012, los fabricantes europeos de neumáticos tienen también que informar del nivel de eficiencia de sus productos. Cualquier neumático que se ofrezca al Consumidor tendrá que llevar una etiqueta que nos informe de factores clave: la resistencia a la rodadura, la adherencia y el nivel de ruido que ocasiona.
La etiqueta será doble, porque informará del comportamiento específico en mojado. Esto se debe a que ahorro energético (resistencia a la rodadura) y adherencia son valores contrapuestos. La lectura de estas dos variables proporciona al Consumidor una mayor información del verdadero valor de la cubierta .
En cuanto a consumo, la diferencia entre el neumático más eficiente (categoría A) y el menos eficiente (categoría G) está en unos 0.6 litros cada cien kilómetros. Un ahorro muy importante al calcular el coste real de un juego de neumáticos.
En cuanto a la seguridad, la diferencia entre A y G es importante. La distancia de frenado de un coche a 80 km/hora se acortaría 16 metros.
En cuanto a ruido producido fuera del coche rueda no hay relación con las otras dos variables.
Esta información deberá ir también en la documentación técnica de los coches nuevos, en las comunicaciones del fabricante y en la factura del taller que vende los neumáticos.
Considerar estos factores es de gran importancia. No se debe obviar que, desde la perspectiva energética, el coche particular es una máquina como otra cualquiera; realiza un trabajo consumiendo una energía, tiene un grado de eficiencia energética y un coste de funcionamiento. Pero es una máquina que a la mayor parte de nosotros nos va a durar varios años, y una mala decisión influirá en nuestra economía durante todo ese tiempo.