Sus dotes de mando eran únicas, una leyenda viva, que llevaba muchos años hibernando en la sombra, esperando la chispa, que hiciera revivir la llama de la esperanza.
Muchos dudaban de su existencia, un mito más, cómo otros tantos. Pareciales imposible que el mundo del que hablaban hubiera podido existir nunca.
¿Qué podría suceder? ¿Cómo podrían dar un giro de 360 grados los acontecimientos para que terminara aquel horror en el que estaban todos sumidos?
La desidia a veces lleva al caos, los nuevos dirigentes lo sabían, se habían ocupado de que germinara y creciera adecuadamente en el transcurso de los años y la resignación, su fiel compañera, se ocupaba del resto.
La vida transcurría sin apenas darse cuenta, sólo los cambios de estación, alteraban la monotonía en que todo se encontraba estancado.
Las voces se habían apagado. A veces en alguna remota aldea parecían querer resurgir, pero siempre atento, en la sombra, el miedo, conseguía hacerlas acallar, enmudecer.
¿Por qué? Ya nada era igual, ni tan siquiera la nieve cubría ya perpetuamente las altas cumbres.
Un halo rodeaba la luna llena, en aquella fría noche de enero, las nubes acechaban sobre las cimas, allí ancladas como si tuvieran pánico a avanzar hacia la meseta.
Las mentes frías, pensamientos neutros, sin sentimientos a flor de piel, así era cómo estaban acostumbrados a avanzar.
Era la única forma de mantener la guardia alta y todos los francos controlados. Nada ni nadie podía distraerlos. Era demasiado importante su labor. Casi imposible su objetivo, inalcanzable en el destino….
Enemigos, los ruidos de la noche, los seres nocturnos, cualquiera que pudiera romper su tenebroso silencio.
Sin sobresaltos, siempre en marcha, comían, dormitaban…….No había un segundo que perder.
La rueda se había puesto en marcha y en algún remoto lugar estaba resurgiendo la chispa.
Rezumaba el sudor en el lomo, los ojos cansados, entre abiertos y enrojecidos, el barro y los habitantes diminutos del pantano habían tomado posesión de su musculoso cuerpo.
No podían dejar de avanzar, sentían el empuje. Un fulgor iluminó el cielo en la segunda noche de luna ya decreciente. Parecía un cometa. ¿Lo era? Una simple estrella como tantas, que en cada anochecer apagan su vida y se esfuman en la obscuridad cómo si nunca hubieran existido.
Mundos paralelos, sensaciones ahogadas, luchadores incansables, vidas miserables sumidas en el pánico.
No había posibilidad de identificarles, nada significativo les acompañaba. Simplemente avanzaban sin insignia, sin banderas, bajo ningún lema. No seguían un camino predeterminado, no habían trazado una ruta en ningún mapa, todo era puro instinto.
Algo les guiaba y su fortaleza les ayudaba. Una energía irradiada, intangible, pero tan intensa que podía notarse, casi palparse en el ambiente.
Y sin saber cómo ni porque, seguían siempre avanzando sin parar a pesar del frío, del cansancio.
Cómo en el bosque al crecer las retamas se van entretejiendo sus ramas, igual estaba ocurriendo, el telar se iba tejiendo poco a poco, las semillas estaban germinando, un nuevo despertar se estaba esperando en algún momento, en un lugar sin determinar aún.
La sombra del obelisco se reflejaba en la montaña, parecía un gran coloso, avanzaba paso a paso, al ritmo del sol, según se iba agostando el día.
En la lejanía, el horizonte se teñía de una ligera y tenue pincelada de color naranjamientras se acercaba el despertar del sol, un nuevo día, que cómo otros muchos, a cada vez más, traía nuevos anhelos de esperanzas.
La superficie del gran lago estaba helada.............Continuará... Letras y fotografía de Maríjose.Fotografía del lobo de la red.