Revista Literatura
No es tristeza lo que se congela dentro de ti.
Ni ira, ni miedo.
Siempre rodeada de tanta gente y siempre tan sola.
Ese muro indestructible,
esa distancia insalvable.
Ni tú ni nadie logrará pasar, ni avanzar más allá de lo que ella te permita llegar.
Huidiza y etérea,
estrepitosa y enrevesada.
Su sonrisa, esa que te encanta, solo descubre una boca hambrienta y una hilera de dientes crueles.
Y tu sangre es la apuesta más alta.
Porque la pasión que la domina rapidamente la consume.
Porque su entrega siempre dependerá de su interés.
Y se aburre a la misma velocidad que tú sucumbes.
Porque ganar o perder ya no son opciones.
No, no es tristeza lo que se congela dentro de ti.
Es tu corazón.
Y ahora le pertenece a ella.