Y me encuentro aquí sentado en este círculo infinito de mis emociones, dónde cada instante estoy esperando que pase el tiempo presente reflejado en mi reloj, a veces parece que el reloj no quisiera correr, es como sí se estancara en este vacío inconsistente, un vacío que me abraza día a día donde cada evento es intermitente desde que te veo grabada en mi memoria y tú voz susurrando en el eco infinito de mis recuerdos.
Vagando en este paisaje inconsistente, recordando cada suceso a tú lado, cada momento de risa y cada suspiro inesperado, donde cada uno de los sucesos son dulces como el vino, increíbles como el cielo que irradia sobre tú sonrisa, donde las palabras ambiguas inundaban nuestras conversaciones que son más extensas que el mismo cosmos.
Los sucesos que han acompañado a mi vida los cambiaría a todos ellos por uno sólo, ese suceso sería estar a tú lado al menos un día más, ya que prefiero mil veces vivir una vida contigo que sin ti, porque desde que llegaste a este ser frío y supersticioso has llenado a mi vida de lo más importante y que siempre he buscado, ha esto lo he denominado la magia fluorescente que desborda a mi ser y la inmensa felicidad de ver que estas presente en mi vida. El suceso de conocerte es perpetuo, porque sin buscarte te encontré y te encontré de forma concreta y celebre, ya que el sol de aquel día que se marchitaba precedió a nuestro encuentro.
Nuestros sucesos son acompañados por la luna, porque sea donde estemos y pese a que la distancia sea extrambotica, estaremos el uno con el otro, divagantes en nuestros recuerdos y emociones, emociones sensibles, sutiles pero directas, emociones que nos harán teletransportar al final de nuestros recuerdos y al inicio de tú mirada.
Son y serán nuestros sucesos, donde no sabemos cual será el último, o el más trémulo y perplejo, pero siempre recordaremos cual fue el primero. Sucesos y emociones divagantes que traspasan cualquier frontera, las convierten en fronteras inexistentes, y que al llegar nuestro origen nos harán volar al cielo y navegar al infinito, al rincón profundo de nuestros sucesos.