No sabía muy bien a qué venía todo aquello, pero le gustó la sensación de mover el hacha en el aire y dejarla caer sobre la planta que indefensa, crepitaba bajo su filo y salpicaba el aire de un olor a clorofila liberada. No pudo evitar envainar el arma cuando a punto estaba de desfallecer por el ejercicio, notaba la falta de energía y como siempre, hizo varias cosas a la vez, pensó que no le dolía el callo fuera todo pronóstico; ambientó sus pulmones al penetrar en ellos ese olor a hierba recién cortada; notó el viento en su cara, su propio viento pensó que pensó o pensamiento dentro del pensamiento, pues movía los brazos como si de aspas de molinos de viento manchegos se trataran; sintió circular la sangre por las venas de sus brazos y notó cómo su columna vertebral se acompasaba en un perfecto baile de músculos y tendones que le daban el brío suficiente como para acarrear leña para todo un invierno y además, pestañeó, aunque ésto fuese involuntario.
Agua, necesitaba agua y vio cerca de ella un vergel, pensó rápido como era habitual, y se dijo... seguro que hay fuentes o lagos o agua dispuesta para beber, y se encaminó hacia ese lugar a paso ligero mientras acariciaba el hacha con su mano derecha en un vaivén de tango amigo; mientras recordaba el trozo de palmerita que en su huída no recogió del suelo y que ahora le habría venido fenomenal y casi al mismo tiempo, miraba a su alrededor por si encontraba fruta o algo comestible, nada, ni en tierra y ni en aire.
Llegó a una fuente de unas figuras como de hadas abrujadas que no es que le impidieran beber, sino que inmediatamente su callo, aún más caldeado, le obligaba a ir en dirección a una espesa bruma en lo que parecía un terreno pantanoso. De vez en cuando oía el choque de algo que saltaba contra una superficie acuífera, supuso que era alguna carpa o pez volador... y al mismo tiempo hasta sus oídos llegaba un silbido, era una alondra en el lago, y atravesó la espesa bruma que le refrescó la cara y todo el cuerpo provocando que la camisa blanca de tergal se le pegase al cuerpo, y sintió alivio a su calor encontrándose de repente ante un tótem armonioso, raro, pero armonioso... casi bello.

Seguro que éste ha comido muchas palmeritas de chocolate, pensó al mismo tiempo que veía más allá lo que parecía ser un balneario, y sus conexiones neuronales le impulsaban a ir rápido hacia su merecido descanso, y su callo le martilleteaba dentro de sus botas de montaña, que a juzgar por el dolor, debían de ser un par de números menos que las que hubiese elegido ella en la zapatería y, por supuesto, en otro color, no en un marrón sin gracia, y su cabeza se fue hasta la semana de la moda en París...
... Pero no estaba allí, eso era seguro, porque no había edificios lujosos, sino a medio hacer, en construcción y, de repente, su hacha dorada se había convertido en un martillo de madera ante sus propios ojos y otra vez fue víctima de un escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral y... su cabeza, como un torbellino daba varias órdenes a la vez, a saber, huir hacia la derecha, huir hacia la izquierda, huir para adelante, huir para atrás, tirarse al suelo y taparse los ojos diciendo...¡Que sea lo que Dios quiera!, y sin embargo... su mano derecha afianzó dicho martillo y comenzó a dar golpetazos en lo que parecía la construcción de una casa...
Su hambre había desaparecido, como si hubiese recibido una inyección de energía con el martillo, estuvo aporreando un buen rato los ladrillos y maderos, 1, 2, 3... contó hasta 20 y ¡¡plash!!, la casa estaba montada, pero no era una casa, sino un invernadero...
... Era un invernadero de cristales azules con bella armadura de acero contorneado en formas serpenteadas con hojas y remaches en aluminio azul zafiro, se acercó y miró por la puerta entreabierta, había plantas medio secas lo que le hizo girarse sobre sus talones y notó, sí, un dolor fortísimo en su callo, rechinó los dientes y pensó en que debería ir a un podólogo pues aquello era insufrible, era como si el callo le gobernara a su antojo, ahora duele, ahora no, ¡muévete! sintió en su cerebro, y pensó en soltar el martillo en el suelo pero cuando fue a hacerlo, lo que ocurrió es que su mano derecha estaba vacía pero solo un segundo, porque con vida propia asió un cubo de agua que tiraba de todo su cuerpo hacia el lago que había visto antes.
Parece que ahora era la aguadora porque estaba transportando cubos de agua de un sitio para otro y regando macetas en el invernadero, al mismo tiempo ya con renovada energía buscaba en sus bolsillo lo que parecían pipas de melón y pensaba, me las comeré, no me las comeré, las plantaré, no las plantaré, y terminaron todas dentro de las macetas, y ya corría veloz como en una cuenta atrás hacia una viña que estaba al lado y el cubo no era un cubo, era una pala que entraba y sacaba en la tierra arrancando las viñas como si hubiese sido labriega toda la vida.
Aquello no tenía ni pies ni cabeza, porque había salido un monstruo horroroso que le había dado un mamporrazo en la cabeza que la había dejado seca, parada, acartonada, en una palabra jodida. Su mente se retorcía buscando alguna pista que le ayudara a poner en pie por qué estaba dónde estaba, por qué llevaba la ropa que llevaba, por qué tenía sed y hambre, por qué no había nadie que la pudiese socorrer de aquel monstruo y por qué y por qué... solo quería llorar y al llevarse los brazos a la cara el monstruo hizo un ademán de miedo mirando la pala. Por supuesto que pensó, y repensó que aquél animal tenía miedo de una pala, que aquél animal debía haber recibido muchos palazos y que ella tenía una pala en la mano, sabía manejar la pala, y que aquél monstruo también tenía pies, por lo tanto... callos, y solo necesitó darle un golpe para hacerle desaparecer bajo la tierra, por donde había aparecido... y vio en el cielo dos palabras escritas: Game Over.
Unos seres vestidos de blanco controlaban indicadores de muchas máquinas con luces y sonidos, mientras circulaban alrededor de un dedo meñique de un pie izquierdo, escuchando una voz que decía:
¡Queridos alumnos, acaban de ver el mejor ejemplo de que es posible controlar y aprovechar todas las vivencias de un ser humano aunque solo se haya mantenido con vida una pequeña parte de él, en este caso un simple callo!
P.D.: "La memoria... ese extraño animal"
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
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