Sólo me han sido suficientes unos meses para identificar a los suicidas rutinarios que cada mañana suben al tren para ir al trabajo como quien va al matadero en calidad de víctima.
Yo escojo entre tres turnos, 7:45h ,7:50h, 7:55h. Para no ver siempre las mismas caras, aunque es difícil porque cada vez es menos la gente que va a trabajar.
Para empezar, la gente se distribuye por el andén ocupando los mismos lugares cada día, incluso se les ve corriendo para entrar al vagón por la misma puerta de cada día. Seguidamente, como si de un manual de instrucciones se tratará, despliegan el diario gratuito( normalmente el 20 minutos). Después de ojear la rigurosa prensa, al llegar la primera parada se echan a dormir. Así cada día, lo veo e intento no caer en el camino de la rata. También es habitual ver como se maquillan las mujeres delante de un servidor.
Yo pensaba que la gracia del maquillaje era que nadie viese el antes.
Cada día al subir al tren tengo un objetivo: hacer algo diferente al dia anterior.Eso si , si algún día he de dormir ,para cambiar la rutina, lo hago.
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