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SUPER 8 (2011) de J.J. Abrams

Publicado el 02 septiembre 2011 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine
SUPER 8 (2011) de J.J. Abrams
Había una vez un tipo de cine donde la evasión y el regreso a la infancia eran sus principales motores. Dicho cine tenía, en los años 70 y 80, un padre principal aunque no exclusivo: Steven Spielberg. Super 8 es un intento de recuperar (y homenajear) ese tipo de cine, el cine con el que todos hemos disfrutado siendo niños, un cine en el que la aventura, la fantasía y lo imposible iban de la mano. Por eso mismo los referentes cinematográficos que se respiran en el film no pueden ser otros que: E.T., el extraterrestre (S. Spielberg, 1982), Encuentros en la tercera fase (S. Spielberg, 1977) y Los Goonies (Richard Donner, 1985), principalmente, a las que habría que añadir La guerra de los mundos (S. Spielberg, 2005) y, porqué no, La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968), entre otras. Pero entre tanto homenaje existe un responsable con unas características y un conocimiento de lo que es su generación que hacen de Super 8 un producto único. J.J. Abrams seguramente fue un niño que creció con el cine de Spielberg. Se nota, se palpa en sus imágenes y en la espléndida utilización de todas estas fuentes para elaborar una cinta llena de nostalgia, en la que unos niños que están rodando una película de zombies en Super 8 son testigos por accidente del misterioso descarrilamiento de un tren.J.J. Abrams, creador de la exitosa serie de televisión Lost y director de Misión: Imposible III (2006), recrea con gran acierto ese mundo de walkmans, niños que van en bicicleta, habitaciones plagadas de pósters de películas y muñecos, walkie talkies… Un mundo en el que más de una generación ha crecido y se siente por ende identificado. Este es uno de los principales aciertos de una película que ya es uno de los grandes estrenos del año.
SUPER 8 (2011) de J.J. Abrams
Una de las principales bazas es su reparto, sobre todo los niños, con los que conseguimos trasladarnos a una época y una forma de hacer cine que ya no existe. Y sobre todo la primera parte. El arranque y los primeros 45 minutos son prodigiosos, una maravilla cinematográfica que bien puede encuadrarse dentro de lo mejor del último cine americano. El proceso de creación del corto que los niños están rodando muestra la pasión por hacer cine como pocas películas han conseguido de forma tan brillante, un cine dentro del cine entrañable y divertido. Además, el modo en que J.J. Abrams nos mantiene en el misterio es portentosa, logrando que la historia avance poco a poco sin mostrar demasiado y aportando únicamente los datos precisos e imprescindibles. Consigue una de las reglas de oro del cine: Entretener, por encima de todo, y conseguir que el espectador no abandone la butaca. Con ello demuestra ser un excelente alumno de Spielberg.Lástima que no logre mantener el clímax, en mi opinión, una vez el misterio es desvelado. Aquí el film adquiere un tono rutinario, de simple cinta de aventuras, aunque esté muy conseguida la secuencia-homenaje a Alien, El octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), hacia el final. El discípulo, en esta ocasión, no supera al maestro. En manos de Spielberg el proyecto hubiera adquirido, sin duda, otros resultados más beneficiosos para el conjunto de la película y no sólo para su primera mitad. Hubiera sido un film mucho más homogéneo, más redondo, con una culminación mucho mejor. Pero no le resto mérito a Abrams. Más bien al contrario, es de agradecer que se recupere el espíritu de un cine que no debería haber desaparecido (al menos en los mismos términos).
SUPER 8 (2011) de J.J. Abrams
Sin perjuicio de lo anterior, Abrams consigue vertebrar con acierto y paralelamente el misterio de lo que sucede en el pueblo con la historia melodramática de los dos niños con infancia difícil: Joe Lamb (Joel Courtney) y Alice Dainard (Elle Fanning). Dos niños unidos en la amistad y en lo platónico porque ambos sufren un problema de incomunicación con sus progenitores. Aquí reside de nuevo el sello Spielberg, ya que estas subtramas recuerdan poderosamente (salvando las distancias) a la historia de ese niño melancólico por el divorcio de sus padres en la maravillosa E.T., el extraterrestre (1982), si bien es cierto que Super 8 carece de la sensibilidad que siempre ha tenido el cine de Spielberg.Abrams, por todo ello, aprueba con notable. La habilidad para realizar un film como éste, con tantos elementos, no está al alcance de cualquiera. Probablemente estemos ante un clásico moderno, aunque haya que comprobarlo pasados los años. Pero en una época en la que predominan los remakes, las secuelas y la falta de creatividad, es un lujo encontrarse con un producto que, sin ser nuevo, es al mismo tiempo una novedad. Una delicia para regresar a nuestra patria más querida: la infancia.
EDUARDO MUÑOZ

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