Revista Diario

Superarse o cuidarse

Publicado el 17 septiembre 2018 por Writera8 @escribiendoelc1

Es difícil, a veces, distinguir dónde están los límites, la línea que separa cómo juzgamos algo. No sé a veces si existe de una forma tan clara como queremos demostrar. Me pregunto si muchas cosas tienen de hecho dos interpretaciones a la vez, dos efectos, dos implicaciones, o más, pero nos empeñamos en delimitar en qué justo momento se pasa de una cosa a otra.

Varias veces me he preguntado en qué momento la gran hazaña de superar miedos e inseguridades rasga la autoagresión, cuando se convierte casi en un deber. Y la línea se vuelve difusa. En qué momento confiar demasiado en poder hacerlo todo conlleva dejar de cuidarte y no respetarte tal y como eres. En qué momento debería dejar de superar obstáculos, superar miedos, superarME, para cuidarme y descansar. Y en qué momento el respetarte y aceptarte tal y como eres se pasa de cobarde y es solo una excusa para no atreverte y no confiar en ti. En qué momento dejar de sobreprotegerte para aprender de tus intentos, pruebas, errores. Cuándo el aceptarse es rendirse antes de intentarlo. Cuándo está bien, “rendirse” y cómo aprender a revalorarlo.

Cómo no sentirse cobarde, ni fingir ser siempre otra persona. Cómo distinguir cuando los miedos que “debes” superar no sean quizás aquello que la sociedad decide que son defectos. Sin que tu los sientas así.

Quiero enfrentarme a ciertas situaciones, como he hecho siempre, pero no quiero etiquetar cada miedo e inseguridad de fracaso. Ni rechazar cada parte de mí que se tacha de negativo, cuando es el contexto el que los crea y a la vez los hace un problema. Cada inseguridad tiene una parte de razón de ser. Ignorar sus causas y no cuestionar su etiqueta negativa no es una solución.

Y siento, a veces, que solo se habla de lo maravilloso de atreverse, de hacer todo aquello que te cuesta y de lo bien que te sientes después. Me pregunto por qué no se habla del sufrimiento previo y durante, y los efectos que tiene estar siempre enfrentándote  a miedos. No quiero vivir escondida, pero tampoco quiero vivir enfrentándome. Especialmente, enfrentándome a lo que molesta a otros y no acepta más bien mi entorno.

Porque no es justo. No es justo tener que crecer en un discurso que te hace sentirte pequeña, siempre compararte con lxs demás, siempre tener que demostrar, llenándote de inseguridades, de nunca parecerte al modelo ideal, nunca dar todo lo que esperan…y que a la vez luego te exige siempre ser segura y atreverte a todo, a pesar de los efectos que esto tenga en ti y en tu cuerpo, los nervios y las tensiones.

No niego la autoestima que consigues cuando te enfrentas, lo intentas, lo superes o no. No niego los aprendizajes y el crecimiento. Pero me falta algo en todo esto, para que no se convierta en una carrera a mejorarse, a ser el perfecto ideal de esta sociedad, que no acepta a lxs introvertidoxs, miedosos, poco sociables, sincerxs, poco correctxs, calladxs, etc. No quiero olvidarme de mi y de mis necesidades en esta carrera.

Cuando el intentarlo viene de una presión externa -aunque ya hayas convertido en interna- y tiene que ser constante, se vuelve violencia hacia unx mismx.

Así que yo decido. Yo decido cuándo lanzarme, y yo decido qué aceptar, aunque me cueste no sentirme fracasada en esos casos, gracias al discurso predominante. Yo decido cuándo cuidarme y quedarme en casa, sin aprender esa gran lección que habría aprendido saliendo contra lo que mi cuerpo y alma me pedía. Yo decido cuándo ser fuerte. Yo decido sobre mí, mis logros y mis fracasos. Yo los juzgo, yo los acepto, yo los quiero a todos por igual.


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