Superioridad.

Publicado el 06 diciembre 2014 por Marga @MdCala

“¡…Encerrada! ¡Me han dejado encerrada! ¡Si yo lo sabía! Lo supe desde la primera vez que entré por estas mismas puertas que ahora no se abren. Me han visto llegar tan conjuntada, tan bien peinada y maquillada para esta Nochebuena, tan segura de mí misma, y ¿a qué negarlo? con este puntito de altivez herencia de mi padre que… Si el día menos pensado me tenía que pasar. Si ya se lo decía yo al memo de mi marido y nada, venga a contrariarme una y otra vez. Que si soy una exagerada, que cada uno va a lo suyo, que no haga caso… ¡Pero si yo jamás escucho a nadie! ¿Qué sabrá él?

Ya al retirar el carro de la compra me di perfecta cuenta. Miré de reojo a la cajera más próxima y allí estaba: observándome sin perder detalle. Inquisidora. Desafiante. Envidiosa. Podría jurar ante el más alto Tribunal que la nota que escribió en ese momento fue el detonante de lo que ahora sucede. Luego, distraída yo con mis compras, la pasaría al encargado cómplice (el que tanto le sonríe y guiña el ojo) y este daría aviso al operario de reponer -verbigracia- las conservas de pescado. Un gesto tan simple como presionar una tecla, mientras yo me ocupo de llenar mi despensa con lo mejor de este triste supermercado, y ya habrían finiquitado su venganza. La superioridad no se perdona, no señor. Mi madre siempre me lo decía (Dios y la Santísima Virgen la tengan en su Gloria…).

No les quiero dar una satisfacción regalando una escena, pero no puedo respirar bien. El corazón se me acelera frenético y el pulso se me dispara. Siento cómo me sube la tensión y estoy a nada de un ataque de ansiedad. La cajera me vuelve a mirar con el ceño fruncido. Llama a alguien, pero yo ya no consigo escuchar nada. Un empleado se acerca, pero ¿por qué no puedo hablar? ¿Por qué no me puedo mover? (Socorro…)”.

-Disculpe, señora. Permita que le abra la puerta. A veces se encasquilla ¿sabe? y con tanto trabajo extra, no hemos tenido tiempo de llamar para que la arreglen. Ya ha tomado nota mi compañera; no volverá a pasar. Por cierto: ¡Que tenga usted una Feliz Navidad!