— ¡Mira, un mono!
— ¿Dónde?
— ¡Ahí ahí, entre los árboles!
— Ten cuidado.
— Ven, monito, ven. Somos tus hermanos los listos.
— Déjalo, es mejor que no le molestes.
— ¿Puedo quedármelo? ¿Puedo?
— No, claro que no puedes.
— Podría ayudarnos. Siempre ayuda tener algo que hacer.
— ¿Pero cómo vas a cogerlo?
— No lo sé, ya pensaríamos algo.
— Piensa ahora.
— Podría darle un plátano. Seguro que eso funciona.
— ¿Tú crees?
— ¡Sí! Y cuando lo hayamos cogido, le llamaré "Metadona".
— Pues vaya un mono...
— Me encantan los monos.
— ¿A qué saben?
— No lo sé. ¿Eso qué importa?
— Sólo preguntaba. Sólo preguntaba...
Imagen: Paqke Lecter