Hacía viento pero no había niños correteando por la arena. Ni había moscas. Sólo un par de hombres escuálidos que intentaban hacer fuego antes de que el sol se escabullera por el horizonte. Tenían muchas horas para hablar y otras muchas para malgastar el tiempo. Beatus Ille a la máxima expresión. Vida rural, campo, naturaleza, libertad, romanticismo. También deshumanización, soledad y pobreza. Un sólo amigo, y gracias.
— Oye, ¿nosotros llevábamos balones de volleyball en el barco?
— Creo que no.
— ¿Y patines para esquiar sobre hielo?
— Tampoco.
— ¡¿Entonces cómo leches vamos a sacarnos una muela si se nos infecta?!
— ¿Qué dices?
— No es ninguna tontería, en serio. ¿Qué pasa si tú te mueres?
— Que tendrías alimento para varias semanas.
— Pero me refiero… ¿qué pasaría si un día de estos me quedara solo?
— Que tendrías que ir a buscarte otros amigos.
— ¿Te imaginas que se estrellara otro barco aquí, lleno de mujeres preciosas?
— No.
— ¿Por qué no? Con nosotros ocurrió algo parecido.
— Nosotros no somos preciosos. Estas cosas sólo le pasan a los pobres desgraciados que no se afeitan. Las mujeres preciosas no tripulan barcos.
— ¿Y si se cayera un avión?
— Nadie sobreviviría.
— Tom Hanks sobrevivió.
— También superó el sida, combatió al Vaticano, fue un niño adulto y comió bombones.
— Pero no era guapo.
— No, no era guapo. Pero sabía conquistar a las mujeres vía email.
— Menudo pervertido. ¿Y nadie avisó a la policía?
— Al parecer por aquella época no había webcams. No se podía demostrar el sexo virtual.
— Qué listo.
— Ya lo creo.
— ¿Te imaginas un barco lleno de mujeres? Rubias, morenas, pelirrojas… Y todas ninfómanas.
— Te quedarías tan flaco que morirías del desaliento.
— Pero sería una muerte dulce. Una buena muerte. Eutanasia.
— Visto así…
— Además, tarde o temprano, un cocodrilo acabaría por comerme.
— En esta isla no hay cocodrilos.
— Pero los habrá. Debido a una teoría científica, los polos se están descongelando y…
— Anda, cállate y pásame esa piedra.
— Voy.