y de una imaginación calenturienta,
que me empujó, poco a poco,
hacia el pozo del olvido que querías
para así quedarte victoriosa,
con tu orgullo intacto y mi corazón doliente,
aferrado solamente a las promesas
de tus labios.
Supongamos que supero este dolor,
cruel e insoportable y lo cambiopor la paciencia de la vida
y la ternura que de ella se escapa,
sin que me atreva a preguntar
si tú tienes un verso y un espacio
en este nuevo poema de mi vida.
Supongamos que vivo el presente
y que veo que ahora no estás a mi lado,y me doy cuenta de que no te necesito,
como tantos días y tantas noches pasadas,
y que de aquellos momentos solamente
queda en el alma un eco de tristeza
y de nostalgia.
Supongamos que en este presente
no siento miedo ni vergüenza,ni tengo necesidad de rezar,
ni de morderme las uñas,
ni de mirar por la ventana,
ni de contar las horas que pasan,
ni de escuchar las campanas de la torre,
ni de saber si dios existe,
porque mi corazón ya tiene las respuestas
a todas las preguntas que me hago.
Supongamos que amanece
y tengo que levantarme porque es tarde,y me doy vuelta en la cama,
mientras siento a la lluvia caer
y golpear en la claraboya,
acompañada de un rumor de voces
con risas y juramentos, de la propia vida,
en la que me invita a abrir los ojos,
levantarme y dar esos pasos necesarios
para volver a ser yo mismo,
en medio de tanta miseria
como la que me rodea.
Supongamos que abro los ojos
y que acepto volver a viviry a buscarte,
a soñar de nuevo,
a sentir la brisa inmaculada
del nordeste,
a escuchar el canto de la alondra,
a deleitarme con el vuelo
de las mariposas,
a retener en las pupilas
el dibujo del río y sus meandros,
a notar en la frente y los labios
el beso inenarrable del amor
olvidado...
Supongamos que todo es mentira
y que hasta estas mismas letras lo sony que nada me importa
porque ya no estás a mi lado
y todo, absolutamente todo,
carece de sentido.
Supongamos...
Rafael Sánchez Ortega ©
04/11/17