Revista Literatura

Surfeando por la vida…

Publicado el 20 septiembre 2011 por Mbbp

SURFEANDO POR LA VIDA…

En el mar, como en la vida, no se puede ser un mero espectador desde la arena… hay que adentrarse en él para sentirlo con emoción! Deberíamos vivir la vida como si fuéramos en una tabla de surf, planeando por encima de las olas, aguantando el equilibrio y sin mirar atrás! En la superficie las olas nos arrastran de un lado al otro, pero sin duda todas nos llevan hasta la playa! El mar, a días, es de color azul intenso, otras veces, verde y en la noche adquiere el color plomizo, bajo las estrellas! Cambia a cada instante y pasa de la placidez de un brillante lago, a la bravura de un agitado mar! Por momentos se remueve, se encrespa, causándonos temor y haciéndonos sentir vulnerables, insignificantes, ante la inmensidad del mar. Mientras que, en su profundidad, el mar permanece siempre sosegado sin siquiera mover la calmada arena del fondo…

Pienso que es un privilegio deslizarse por las olas de nuestra vida, sin prestar más atención que al placer de navegar! La vida, como el mar, siempre nos lleva hasta la orilla, donde se unen las arenas del suave fondo, con la languidez de las olas cuando llegan al fin a reposar hasta extinguirse en la arena dorada, donde mojan nuestros pies. No podemos navegar en contra del propio mar que nos arrastra hasta la orilla de nuestro corazón! Pero también es verdad que, otras tantas veces, la vida nuestra se remueve creando olas gigantescas que llegan a la orilla y muerden violentamente la arena, creando socavones, arañando las duras rocas que se encuentra y arrasando lo que encuentra a su paso, incluso los frágiles castillos de arena de nuestros sueños infantiles! Pero es que, a veces, nos cuesta aprender de la vida y vivirla tal cual llega, nos perdemos ante las olas olvidando que todo pasa y que lo importante es lo que sucede en la plácida profundidad del mar de nuestra Alma… y la misma vida se ve obligada a despertarnos removiendo nuestro interior para que la tengamos en cuenta en cada uno de nuestros pasos por ella…

Muchas veces caminamos por nuestra vida creyendo que esas huellas que dejamos en la arena de la playa son lo más importante para nosotros y ante los demás.  Pero basta que llegue una simple ola para darnos cuenta de que esas efímeras huellas ahora están y ahora, no! La huella de la personalidad, con todos nuestros defectos y virtudes ganados en nuestra propia historia, desaparecen ante la más suave ola que llega hasta ellas. Cuántas veces nuestro caminar aparentemente decidido y dejando huellas profundas, no es más que una efímera fortaleza que se desvanece en un instante… Deberíamos recordar que, en el fondo del mar como en nuestra Alma, esas huellas de firmeza ilusiora y a ratos terca que vivimos en la supeficie ni siquiera existen, pues allí reina la quietud silenciosa y apacible de nuestra sólida verdad!

Podemos aprender, eso sí, a surfear cabalgando sobre las olas y hacernos expertos surfistas, sin preocuparnos por lo que hay bajo nuestra tabla! Cuántas veces creamos rutinas aparentemente plácidas en nuestra vida, intentando evitar reconocer lo que sentimos en nuestro interior! Podemos caer infinidad de veces con una ola y volvernos a subir a la tabla para seguir surfeando por nuestra vida! Pero, en algún momento de nuestra vida, la poderosa ola puede hacernos perder el equilibrio y en la caída sumergirnos en la profundidad del mar! Saldremos a flote, sí, pero esa experiencia de sumergirnos hacia el fondo, aunque nos desoriente y nos asuste al perder de vista la superficie, nos lleva a ser conscientes del fondo de nuestro corazón. En el fondo, bajo nuestra vida superficial, está todo eso que sentimos, que anhelamos y que deseamos vivir porque nos trae la felicidad! Incluso las olas más grandes de nuestra vida cumplen su cometido, obligándonos a recordar la felicidad que merecemos y que yace en el fondo de nuestro ser!

Nuestra vida, como el mar, también tiene momentos de bajamar y pleamar.  En la marea alta, cuando nos creemos cómodos, complacientes y satisfechos, la esencia de nuestro ser queda demasiado profunda y nos despreocupamos de ella; en bajamar, en cambio, la superficie con olas se acerca a nuestra profundidad, como ese vacío a veces angustioso que hay entre ola y ola! Cada enorme ola va seguida de un vacío similar, en el que es fácil tocar fondo y sentir lo que yace en nuestro interior… desde siempre! Y la vida está hecha de cumbres y valles que, como olas en el mar, nos elevan sobre la vida solo aparente o nos sumergen en la más honda profundidad y sinceridad de nuestros corazones… para luego, si le dejamos, volvernos a elevar hasta el cielo, enseñándonos a volar con toda la fuerza del amor que tenemos dentro!

Yo hoy conozco el amor en la profundidad de mi ser, lo que me procura paz y armonía ante lo que vivo en mi superficie! Vivo la vida con esa serenidad de quien se sabe firme en su interior, aunque las olas de mi superficie estén en continuo movimiento y, de vez en cuando, me hagan perder el equilibrio sobre mi tabla de surf para enseñarme a levantar, cada vez! Eso me permite confiar firmemente en mi amor y no solo surfear sin sentido sobre las olas de mi vida, dejando pasar el tiempo! Ya no me dan miedo las olas, ni el tiempo que tarden en llegar a la misma orilla, en el amor! Sé que, en cualquier caso, las olas son las que me llevarán hasta la orilla que deseo, donde al fin convergerán con la arena del fondo y donde ya siempre hay serenidad y amor, donde está mi verdad! Tras el amor incipiente, apasionado y desmedido, como tras las más altas olas del mar, queda el amor de verdad, fluído y atemporal… así como su placidez y serenidad!

Hoy también sé que me gustaría encontrarme a mi amor cuando llegue a la tan perseguida orilla que ambos soñamos -lejos ya de las posibles turbulencias del mar- para compartir todo eso que hay en nuestro interior con amor verdadero, que solo puede llevarnos a la felicidad! Solo el tiempo dirá si llegará a la misma playa donde nos reconocimos mutuamente y donde amarnos para siempre… o si encontrará su felicidad en otras playas lejanas o bien si preferirá dejarse mecer por las juguetonas olas de su propio y maravilloso mar! Yo hoy solo sé que el siempre mágico encuentro entre la orilla del Alma y las olas del amor llena el mar de paz y felicidad!

 

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