SYD BARRETT
"THE MADCAP LAUGHS"
Edición original en vinilo: enero 1970
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Nunca se trató de un clásico. Tampoco de una obra maestra. Pero el primer álbum en solitario del mentor de lo que en 1970 era una poderosa figura del flamante rock progresivo, figura esta que intentaba por entonces forjar otra apertura sonora diferente, era esperado con expectativa.
Syd Barrett estaba y no estaba afuera de Pink Floyd para la época en que su debut solista vio la luz de la publicación. Tampoco estaba solo. Sus compinches Gilmour y Waters, en plena grabación del histórico doble floydiano "Ummagumma", tendieron una mano segura allá por julio del ’69 cuando Barrett decidió darle luz verde a un álbum que desde hacía más de un año no avanzaba más allá de su status de proyecto en ciernes. Otros eternos compinches de ley también se acercarían a los Abbey Road Studios para pincelar un toque aquí y allá: el terceto más psicodélico y vanguardista de Soft Machine, los señores Robert Wyatt, Mike Ratledge y Hugh Hopper, que acababan de poner en la calle su obra magna "Third", otro doble que los enrolaría de lleno en la corriente de la jazz-fusion, junto al saxofonista Elton Dean.
Con semejante respaldo podría suponerse que las sesiones de "The Madcap Laughs" transcurrieron como un tranquilo y apacible suspiro. La realidad sólo prueba lo de suspiro... aunque no fue ni tranquilo ni apacible. El proceso de corte fue rápido, sí, pero denso y tortuoso, principalmente por la personalidad ultra-inestable de Barrett, una suerte de Marilyn Monroe de la escena rockera, impredecible, lacónico y capaz de frustrar los intentos de cualquier sesionista para seguir un pentagrama coherente. Por suerte, Barrett trabajaba con amigos que comprendían y no con músicos de soporte que sólo esperaban el cheque a fin de mes.
En los 13 temas del álbum Barrett aporta la composición, su guitarra acústica y su voz. El resto, si está diseñado para ello, corre por cuenta de los demás instrumentistas, incluyendo los bateristas Jerry Shirley y John Wilson, y el vientista Vic Seywell. Así, "No good trying" y "Love you" constituyen una reunión Barrett-Soft Machine, mientras Waters y Gilmour aparecen aparentemente en las 11 bandas restantes (Gilmour en bajo y hasta batería en "Octopus", el corte más creativo del álbum) y producen la mayor parte del lado 2 del vinilo.
El espectro sonoro de "The Madcap Laughs" descansa sobre la base psicodélica que perfiló siempre a su autor, con un giro recurrente alrededor de la guitarra acústica -no en vano algunos definen este disco como "folk psicodélico"- un mínimo toque de guitarra eléctrica e instrumentación sumamente mesurada en la mayoría de los temas, tal vez porque Barrett así de simple lo prefería... o porque precisamente este apoyo instrumental con frecuencia quedaba difuminado en los caprichos barrettianos de no precisarles siquiera la tónica de sus composiciones a sus compañeros.
Podrá uno entonces preguntarse, ¿un disco desperdiciado? Para nada. Las composiciones son imaginativas, tal vez no en el grado de los dos primeros álbumes de Pink Floyd, pero lo suficientemente ricas como para interesar y trascender. Las letras hablan casi siempre de "ella" ("Esta es la historia de una chica que conocí / a la que no le gustaban mis canciones / y eso me puso triste / ella dijo: "una Big Band es mucho mejor que tú"...) posiblemente en referencia a una amistad cuya foto -sin ropas- aparece en el sobre que cubría el vinilo.
Si bien Barrett nunca se caracterizó por ser un cantante o guitarrista de excepción, su música siempre cobró una dimensión particular, aún cuando el principio KISS ("Keep It Simple, Stupid") sea el que, como en este caso, ejerce de punta a punta su máxima expresión.
"The Madcap Laughs" (título, dicho sea de paso, tomado de una línea de la letra de "Octopus") cumplió 40 años el pasado enero. Lo recordamos pues como se merece, tanto al disco como también a su autor, hoy eterno en el cielo progresivo.
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