Cuando era niña, había pocas opciones de polvos para saborizar el agua. Había Fla.vor.aid y Kool.aid, que tenían sabores muy artificiales. Y Tang, nada más de naranja. Después hubo más sabores de Tang, y otras marcas; pero al principio, al menos por mi rumbo, solo eso.
Decía al mayordomo, la señora del comercial: "Jaaaimeee, el niño tiene sed, y no hay naranjas". Y el mayordomo respondía, orgulloso de sí mismo: "Por eso siempre tengo Tang".
El atributo distintivo era que verdaderamente sabía a naranja. En un Selecciones viejo, encontré un anuncio donde prácticamente se invitaba a hacerlo pasar por el sabor del jugo. Ahora que nuestros paladares conocen tanto, no lo creeríamos; pero si se le compara con el Fla.vor.aid y el Kool.aid, en tiempos en que no había otra cosa, puede que compráramos el ofrecimiento.
Lo elijo siempre.
Silvia Parque