LOS DESEOS DEBEN OBEDECER A LA RAZÓN de Cicerón
Según la leyenda griega ,Tántalo – Rey de Frigia- fue amigo de los dioses. Con ellos se sentaba a su mesa y gozaba de su confianza, hasta que descubrió a los hombres los secretos de aquellos. Entre ellos se encontraba la ambrosía. Se trataba de un manjar nueve veces más dulce que la miel y que reportaba a las divinidades la juventud y la inmortalidad. En consecuencia, Zeus, indignado, le reservó uno de los castigos más célebres de la mitología: Tántalo fue condenado a vivir debajo de una roca que continuamente amenazaba con caerle encima.
Al temor continuo a la muerte, su padre -era hijo de Zeus y de la ninfa Pluto- le añadió los tormentos de pasar sed y hambre. De esta forma, cuando trataba de beber el agua que le llegaba hasta los labios, ésta bajaba de nivel y cuando trataba de comer de la fruta que la rama más cercana le ofrecía, ésta se apartaba. Tántalo vivió el resto de sus días bajo el suplicio de los deseos insatisfechos por no corresponder a la confianza otorgada por los dioses.
Además de ofender a sus anfitriones organizando banquetes, en los que llegó a ofrecer descuartizado a su hijo Pélope cuando la comida comenzó a escasear, desafío a los dioses robando el néctar y la ambrosía para repartirla entre sus amigos. La historia de Tántalo se asemeja a las parábolas del Nuevo Testamento, que no necesitan explicación. El común de los mortales es capaz de entender, sin añadidos, su significado y lo que de aplicación tiene para su vida. Y es que la mitología griega bebe del más común de los sentidos.