Madre no hay más que una, dice la leyenda, pero yo creo que se dan casi tantas madres como mujeres hay, y que supone, a veces injustamente, la figura más sacralizada de todas cuantas el ser humano es capaz de sacralizar, incluso sin razón. Pero en esto (del autoengaño), ya sabemos: el hombre y la mujer son expertos.
Madres existen de todos estos tipos (y alguno más), pero si se es una de ellas, si se es madre, se ha de luchar -sin fecha de caducidad- por merecer todos esos agasajos, piropos, citas, frases hechas y demás halagos cursis con que las bendice la sociedad de continuo. Para mí, la bondad no va pareja al hecho de dar a luz, o de adoptar. Para mí eso no tiene mayor mérito… El mérito viene -o no- después:
-Madres impulsivas: son madres emocionales, cuyo estado de ánimo dirige sus dichos y hechos. Suelen sufrir cambios bruscos en su personalidad, que transmiten a sus hijos, contagiando inestabilidad e inseguridad.
-Madres dependientes: no saben decir ni hacer nada motu proprio, de modo que dependen totalmente de sus hijos, convirtiéndolos en sirvientes a su antojo. Tienen numerosas necesidades que trasladan a su prole, la encargada de resolverle todas las papeletas.
-Madres hipercríticas: son madres muy exigentes que pretenden hijos perfectos (que sean lo que ellas no pudieron ser). Suelen mostrarse frustradas por aspirar a tal imposible. También pueden ser críticas sin mayor aspiración que la de subestimar al hijo, logrando así su dominio.
-Madres narcisistas: son egocéntricas, frías, controladoras, incapaces de dar amor, y convencidas de que el mundo gira a su alrededor. Pueden enfadarse mucho si no consiguen su principal objetivo: atraer la atención. Practican la triangulación. Ven a sus hijos como extensiones suyas, no como seres independientes, y si estos no siguen sus reglas, los descartan.
-Madres sobreprotectoras: llevan el miedo incrustado en la piel, y por tanto acuden a socorrer a sus hijos ante la mínima contrariedad que estos sufran, creando seres dependientes (de ellas).
-Madres ausentes: son las que buscan cualquier excusa con tal de no encargarse en persona de los hijos, que van a parar a los abuelos, tíos, guarderías, internados, niñeras, clases extraescolares, campamentos, estudios en el extranjero, etc. La ausencia puede ser física y emocional.
-Madres completas: según revelan ciertos estudios, son las menos. Son las emocionalmente equilibradas, generosas, humildes, las que no se victimizan y priorizan a los hijos sobre ellas, enseñándoles -a su vez- a respetar y respetarse. A tener una buena autoestima. Son y están. Las madres que cuidan. Las madres que llaman. Las que se interesan, sin otra pretensión. Las que se alegran y enorgullecen de los triunfos de sus vástagos, y con las que se puede contar en caso de necesidad. Las que procuran una buena relación entre los hermanos, al margen de comparativas. Las que no hablan mal del padre. Las que no utilizan. Las que no manipulan. Las que no chantajean… Son las que aman, sin más. Sin menos.
Son las que merecen celebrar el Día de la Madre. Felicidades para ellas, por tan magna tarea.
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