Bullía de gente la Plaza el Castillo hoy.
Una Feria de Artesanía formaba parte de su paisaje, donde se podían ver expuestos al público trabajos artesanos muy variados hechos por artistas con verdadero ingenio.
Ya se adivina la fiesta por la capital navarra.
Por la calle Estafeta, una txaranga hacía su recorrido llenado con sus compases alegres y bullangeros los rincones.
Preludio de lo que se avecina y como para ir abriendo boca...
De repente, aparece en la plaza una furgoneta donde se puede leer: "Traslado de animales"
Aparca delante de mi, y rápidamente saco el móvil para inmortalizar la escena.
Veo por el enrejado de un ventanuco los cuernos de un toro.
Me acerco con curiosidad y con temor.
¡No puede ser que vaya a salir un toro en este mismo instante! (pienso para mis adentros)
El corazón me late con fuerza.
Me pongo lo más cerca posible con la intención de hacer una buena instantánea.
Se arremolina la gente con enorme curiosidad y expectación.
Es tal mi emoción, que hasta me parece escuchar el jadeo del pobre animal muy cerca de mi.
Por fin, se abre la puerta y puedo ver de cerca sus pitones.
Es manso, muy manso...
Estático, me mira de frente con cara de bonachón.
A mi lado, un crío muy pequeño, se siente valiente al ver tan cerca el enorme morlaco y le pregunta a su madre con ingenuidad infantil: ¿Pero es de verdad?
Esa misma pregunta me la hice yo cuando vi aparecer la furgoneta y divisé sus pitones.
Cada vez son más los viandantes que se paran curiosos contemplando la escena.
El pequeño niño, hasta se atreve a tocarlo, cuando pasa a su lado, ayudado por dos hombres que lo llevan calle abajo con sus ruedas hechas para la ocasión.
También, yo, me vengo arriba, y me lanzo a grabarlo en su camino, no sé muy bien donde, con una valentía taurina y amor al arte con mi cámara como capote.
La tarde se ilumina en aquel coso improvisado y mi faena, mientras el público allí congregado rompe en aplausos.
El animal, disecado, con cara de bueno, de estirpe valiente y enormes pitones, se pierde por una calle cercana, bajo la atenta mirada de los transeúntes, que una vez repuestos de su sorpresa y temor, sonríen aliviados.
Quizá vaya rumbo a la Calle Estafeta a una tienda de souvenir , donde por el módico precio de tres euros, puedes fotografiarte con él, como si estuvieras corriendo en el encierro.
El próximo día 6 de Julio, en la misma calle, serán sus compañeros de carne y hueso, los que correrán despavoridos y atemorizados en el asfalto, ante una muchedumbre que les grita y vapulea sin cesar.
Dicen que es la tradición, que hay que conservar, y tal, y tal...
Allá, a lo lejos, diviso hasta que se pierde por una esquina, aquel torito, casi de paja, que apareció una calurosa tarde de verano, en la que me atreví a torear con mi cámara, inventado una nueva, menos cruenta de crear arte.
P.D. El vídeo que grabé, fue en directo y lo he perdido. El otro día apareció en mi Facebook.