Revista Talentos

Taxi boy

Publicado el 08 diciembre 2014 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
Taxi boy

Taxi boy

Desapareció con lo puesto por la puerta del balcón, hay una canción que dice algo parecido, creo. A Emmanuel ya le había sucedido otras veces, Pilar era así. Él lo sabía desde el día en que le dijo que ella nunca iba a dejar de prostituirse por dos razones: porque era libre y porque que le gustaba. Algunas veces él la salía a buscar en el taxi, recorriendo esquina por esquina y hotel por hotel, ahora ya sabía que eso era inútil, Pilar no iba a volver porque él la trajera de los pelos. Mejor era quedarse tirado en la cama y esperar a la mañana siguiente para sentir a su lado ese aroma  mezcla de sahumerio  y sexo.
Emmanuel se sentía cómodo con esta vida, él nunca esperó tener una mujer como Pilar a su lado. Su pinta de gordo roñoso no le ayudaba con las mujeres, su tartamudez tampoco. El precio a pagar por estar frente a Pilar –con lo que significaba poder tocar ese frente- , era módico. Cabe aclarar que Emmanuel debía soportar desde hombres saliendo de su casa cuando él llegaba, ver a Pilar al costado de la ruta cartera en mano mientras él trabajaba con el taxi o llamados a la madrugada de tipos borrachos hablando en un supuesto tono sexy.
La vida de Emmanuel cambió a partir de un viaje que tomó en la esquina de Pasaje Mozart y Corbatta, en Avellaneda. Nélida se subió prendiendo un pucho:
-Metele pata hasta el Luna que ya va a arrancar.
Emmanuel , con timidez le respondió en seguida:
- En el Taxi no se puede fumar.
Nélida no se quedó atrás:
-Andá a  cagar,  no me hinchés las pelotas, perdió la Academia y  no estoy de humor.
Luego de esta pequeña charla hubo un silencio que duró hasta el puente Pueyrredón. El silencio lo rompió Nélida con una carcajada que hizo resaltar su lunar arriba de la boca y su peinado Batido:
-Qué pasó, gordito, sacá esa cara de orto y dame una sonrisa que si te portas bien puede ser tu noche de suerte.
El silencio volvió a apoderarse del auto, hasta que llegaron al Luna:
-Esperame acá hasta que termine Nicolino. Después te digo para dónde vamos.
Nicolino ganó esa noche y Nélida salió abrazada de otra vieja cantando la marcha peronista.
-Enfilá por el Bajo, donde veas un telo pará y nos matamos.
Tres horas después, la habitación sin ventanas parecía Sodoma. Las chicas se fueron, no sin antes dejarle la guita del viaje y el favor, llevándose de recuerdo el calzoncillo de Emma con el teléfono de su casa.
La rutina de Emmanuel y Pilar no cambió por este episodio, él no contó nada por miedo, ella ni siquiera lo sospechó. Hasta que los encuentros de Emmanuel con Nélida y amigas comenzaron a  repetirse. Ella sólo tenía que llamar discretamente para que el gordo apareciera en el hotel. Emmanuel no lo hacía por venganza, a él lo movía la guita que le dejaba cada uno de esos encuentros. También, para no ser hipócrita, debo decir que al gordo le daba mucho placer.
La fama de Emmanuel se fue acrecentando tanto como sus clientes, Así fue que se convirtió en Taxi Boy, ganando cada vez más guita. Pilar no sospechó nada a pesar de que él había cambiado el auto, se vestía con ropa limpia –todo un avance- y andaba perfumado. Pilar pensaba que todo eso era para que ella no se rajara, por ello es que a veces le armaba escenas amenazándolo. Todo cambió cuando se enteró.Al atender el teléfono una madrugada, el llamado del borracho con tono sexy no era para ella. Cuando ella se lo contó a Emmanuel, no hubo lugar para nada más que un “yo también lo hago porque me gusta” de parte del gordo. Pilar debió vivir en carne propia lo que Emmanuel había aceptado durante muchísimos años, ser el amor entre tanto sexo. Sin embargo, no lo pudo hacer y se marchó para no volver más. Emmanuel se entregó al alcohol, y siguió con laburando con el tacho y con su cuerpo. El otro día lo ví en una parrilla, me pareció que estaba triste.

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