Ángeles necesita aclarar sus pensamientos, lucha entre la propuesta de Alejandro y sus sueños, camina frente al mar, el sonido de las olas relaja su mente, la tristeza la acompaña, es consciente de que decida lo que decida, algo quedará atrás…
Ángeles es profesora de bellas artes, expone sus obras regularmente con gran éxito , le han ofrecido dirigir una prestigiosa academia de arte en Nueva York, algo que soñó desde que comenzó a ser requerida como colaboradora eventual en la escuela ,quedaron impresionados con su calidad artística, le insinuaron la posibilidad de ocupar ese puesto cuando el actual responsable se jubilara en breve, pero llegó a su vida un hombre maravilloso, Alejandro, catedrático de Literatura y escritor, entre ellos surgió una bella amistad que se ha transformado en algo más intenso, Alejandro acaba de publicar una novela, entre sus clases y sus escritos es un hombre muy ocupado, aunque prioriza su relación con Ángeles, a la ama profundamente.
Alejandro, enviudó al poco tiempo de contraer matrimonio, de ese triste momento, han pasado cinco años, en este tiempo no se había planteado rehacer su vida, hasta una amiga le invitó a visitar una exposición de pintura de Ángeles, quedó fascinado con sus trabajos y hechizado por aquella mujer vestida con un vaquero y camisa a cuadros, su oscuro cabello recogido en una trenza, cuya sonrisa brillaba más que el sol, la sencillez y simpatía de Ángeles te invitaban a desear conocerla, en poco tiempo eran grandes amigos,. Ángeles, tras convivir con un pintor un tanto bohemio y de carácter difícil, del que no conservaba gratos recuerdos, su día a día era más bien una guerra, discusiones por cualquier motivo y cuando él llegaba a casa con alguna copa de más, su lengua ira imparable contra ella, en varias ocasiones la mujer esquivó alguna mano suelta, Ángeles, harta de aquella situación, sin explicaciones le dijo adiós, no atendía que vio en aquel hombre y no estaba dispuesta a que un pobre diablo le amargara la juventud que le quedaba.
Ángeles y Alejandro, comenzaron compartiendo un café por las tardes, charlaban de sus proyectos, los domingos de mañana salían a pasear, su primera cita seria surgió casi a los dos meses de conocerse, inauguraban un restaurante sala de arte, a ambos les pareció buena idea cenar en el local, tomando el postre, Alejandro le abrió su corazón, Ángeles sentía lo mismo, pero después de su mala experiencia con el pintor, necesitaba tomarlo con calma, Alejandro, comprendía a la mujer, el tiempo pasaba y su amor crecía, cada uno respetaba el espacio del otro. Los fines de semana, Ángeles los pasaba en casa de Alejandro, donde dejaban rienda suelta a su pasión, esos días eran mágicos para los dos, cuando encartaba viajaban a algún lugar tranquilo.
Se acercaba el cumpleaños de Ángeles, Alejandro organizó un viaje sorpresa, con la intención de proponerle matrimonio, reservó habitación un romántico hotel, desde que murió su esposa, era la primera vez que se sentía como un adolescente enamorado, pero Ángeles también tenía algo que anunciarle, la noche del viernes, cenaron y se perdieron bajo las sábanas, pasaron la noche más ardiente que ambos vivieron jamás, amanecía y ellos aún entre juegos y risas, despertaron a medio día, casi a la hora del almuerzo, después de comer, dieron un paseo por la hermosa playa cercana al hotel, sentados en una roca, con los pies bañados por el mar, Alejandro, tomó la mano de Ángeles, colocándole un anillo en su dedo, ella, lo contempló en silencio, le miró a los ojos y le anunció la propuesta llegada de New York, Alejandro, no articulo palabra, solo la beso locamente, caminaron abrazados, a su regreso al hotel, Alejandro rogó a Ángeles que meditara con calma, a pesar de que no disponía de mucho tiempo, si aceptaba el trabajo en un mes máximo debía incorporarse, acabaron de disfrutar de su fin de semana, aunque la incertidumbre por parte de Alejandro era evidente.
La semana siguiente no se verán, Alejandro prefiere que ella no se sienta presionada, el viernes le dará su respuesta, Alejandro intenta mantenerse activo para no pensar en lo que puede pasar, ni siquiera se llaman por teléfono. Llega el anhelado fin de semana, Ángeles, como es habitual lo pasará en casa de Alejandro, piden comida china para la cena, después, frente a una taza de aromático café, se miran con ternura, Alejandro espera las palabras de la mujer, ella comienza a hablar, su deseo sería que él la acompañara, pero sabe que es egoísta por su parte, a pesar de que lo ama con locura, no puede dejar pasar esta oportunidad, desconoce cuánto tiempo permanecerá en Nueva York, tampoco puede decirle si regresará, a pesar de que se amarán hasta el fin de sus días, lo mejor para él es que siga con su vida sin dejar la puerta abierta por si ella regresa…
Esta noche la pasarán juntos, se amarán por última vez, quedará entre ellos el más bello recuerdo de un amor que no pudo ser.
Magda Jardí
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