Es medianoche, acaba la película de la televisión, es la hora de acostarse, Mireya se va a la cama, hoy no fue un buen día, se siente agotada y un poco triste.
No consigue dormir, en su mente aquel amor, que para ella fue tan especial y real, pero para él solo un pasatiempo. La luz de la luna entra por una rendija de su persiana, le da paz, aunque en su interior no la hay, entre lágrimas medita su vida, tiene un trabajo que le permite vivir cómodamente, su hijo Daniel, es independiente, aunque pasa mucho tiempo con su madre, no le faltan amistades
Mireya es una mujer madura atractiva, muy positiva, que ha superado muchos obstáculos, crio sola a su hijo, su marido la abandonó al nacer el pequeño, nunca más supo de él, levantó un hogar deshecho, con mucho esfuerzo, dejando su juventud en el camino sin darse cuenta, su vida era trabajar y su hijo, pero queda un gran vacío en su interior, la ilusión que sentía cuando Oscar estaba a cerca de ella se tornó desencanto por todo, desconfianza, temores, aunque siempre intuyó que él no la amaba con decía , ella cerraba los ojos y vivía su sueño.
Aún no sabe el porqué, Oscar un día sin más le dijo adiós, compartieron dos años de pasión y complicidad mezclados con desconcierto e inseguridad. Se conocieron en la presentación de la novela de una amiga común, apadrinada por Oscar, periodista y con varias novelas publicadas, promocionada por la editorial en la que trabaja Mireya, ambos se acercaron a saludar a Laura y esta los presentó, a los pocos días, una noche, coincidieron en un restaurante, Oscar, se acercó al verla, ella cenaba con una amigas, él ya dejaba el local, la persona con la que se había citado por trabajo, a última hora no pudo acudir, se saludaron e invitó a Mireya a tomar una copa , a ella aceptó, le parecía un hombre especial, a pesar de apenas conocerlo, desde esa noche comenzaron a salir con frecuencia.
Mireya no sabía muy bien si aquello era una relación o una distracción, ella se enamoró como una adolescente, aunque intuía que no llegarían a ningún lugar, nunca sintió sinceridad ni claridad por parte de él, intentó alejarse en muchas ocasiones, pero algo de él vencía a su voluntad. A veces desaparecía durante días, ella intentaba contactar, pero no le era posible, él se excusaba con que al vivir fuera de la ciudad, en el campo, la cobertura telefónica era pésima, algo que ella no acaba de creer , nunca visitó la casa de Oscar, solo conocía un estudio en el que trabajaba y pasaba algunas noches, era como si existiera una barrera entre ella y su vida, pero esa desconfianza quedaba a un lado los momentos que compartía con él, la embriaga con su magia, ella decidió disfrutar los ratos junto a él sin pensar más allá de lo que estaba viviendo, el tiempo que pasaba a su lado era feliz, eran amantes, amigos, compañeros, le acompañó a eventos de toda índole, conoció lugares y personas muy interesantes, era como viajar a otro universo, pero cuando él se volvía inaccesible, melancólica y desesperada , le era inevitable sentirse atrapada en una tela de araña de la que no conseguía desprenderse, el último verano de su peculiar historia , compartieron unas breves vacaciones en el sur de Italia, esos días serían inolvidables y ahora dolorosos a la vez muy gratos de recordar, era como si hubieran cruzado a un mundo distinto, todo especial, era dar vida a una novela de amor, pero al regresar, él , muy sutilmente, dijo que debía ausentarse indefinidamente, la amaba más que a su vida, pero lo mejor es que siguiera con su vida. Ha pasado más de un año de aquel instante en el que Oscar desapareció como una ráfaga de viento,
Mireya ha intentado saber de él, nadie le da respuestas, ni siquiera en el periódico para el que trabaja, quizás así lo ordenó él…pero porqué… ahora el saber de Oscar seria su mejor medicina para su alma desconsolada, se auto venció de que ya era pasado, además para que seguir esperando algo imposible y mal gastar sus pensamientos en alguien que tan solo jugó con ella, posiblemente a la vez de divertirse con ella, mantenía otra historia similar, viéndolo como a un ser despreciable era la forma que ella tenía para intentar pasar página, pero no lo lograba y mucho menos cuando la nostalgia hacia mella en su corazón , hoy, el ayer la ha visitado con fuerza, y la mujer fuerte que es, ha quedado eclipsada …Envuelta en llanto, susurra el nombre de Oscar, el sueño va llegando, mañana se sentirá mejor…
Mireya despierta un poco sobresaltada, una melodía le interrumpe su sueño, en la calle un coche con la radio a todo volumen, es la canción que solía cantar con Oscar, la que ellos decían que era su canción, la bailaron en su primera cita, suspira un tanto molesta, solo son las ocho de la mañana, necesita un café, sentada en la cocina frente a su taza humeante y la canción danzando en su mente., el teléfono interrumpe sus pensamientos, es Laura, su amiga escritora, necesita verla, tiene algo importante que decirle, va hacia su casa, en diez minutos estará allí. Mireya prepara otra cafetera mientras espera a Laura, cuando llega su amiga, se abrazan, no se ven desde hace ya un tiempo, Mireya se ha mantenido un tanto alejada de todo, las dos mujeres comienzan a charlar, Laura le trae noticias de Oscar, si está allí con ella, es porque Oscar era un buen amigo y no merece que ella guarde rencor a su recuerdo, ella fue su gran, aunque breve amor, no desapareció sin motivo, sufría una grave enfermedad, por esa causa de vez en cuando se ausentaba sin ser localizable, el viaje fue su despedida, sabía que le quedaba poco tiempo y quería pasarlo junto a ella, viviendo una loca historia de amor, no fue capaz de contarle sus situación porque la amaba demasiado, aunque quizás fue egoísta, así imaginaba que ella estaba con él por amor no por lástima , le entregó una carta que Oscar le confió, debía llegar a Mireya cuando él ya no estuviera, merecía conocer la verdad, aunque durante un tiempo pensará que era un desalmado.
Tras leer la carta, Mireya quedó inmóvil con el papel entre las manos, el llanto la cegaba, con los ojos cerrados y la voz entrecortada nombrando a Oscar, por su mente las palabras que él le dedicó en su despedida, ‘te amo más que a mi vida’.
Magda Jardí
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