Mis padres cumplen hoy exactamente 39 años casados. Se casaron a los 21 años y tienen 61, lo cual deja evidenciar que llevan mucho más tiempo juntos que separados. Una vez tuve este mismo pensamiento cuando me dí cuenta de que a mi hermana, aún en la treintena, le ocurría exactamente lo mismo de manera proporcional a su edad.
No sé al resto del mundo, pero a mi esto me lleva a una reflexión sobre las relaciones y sobre la vida independiente. No creo que se pueda afirmar nada a nivel genérico, ya que cada uno solo sabe de su propia experiencia, y además incluso de esa, sabe poco. Lo que si me parece curioso es cómo se puede llegar al punto en el que no se recuerde lo que era ser uno solo en lugar de dos.
Con esto no quiero decir que las parejas dejen de ser personas independientes con vidas individuales. Es simplemente esa sensación de compromiso, interés, empatía y falta de egoismo que sería, en principio, necesaria para una relación, siempre y cuando hablemos de relaciones normales y no personas que se dejan llevar por el paso del tiempo y la apatía y a las que les da pereza cambiar su estado actual.
Si no soy capaz de estar más de 4 años en el mismo trabajo, si me aburre la ropa que tengo hace tiempo, si necesito cambiar de colección musical, si los libros que léia muchos de ellos me horrorizan ahora, si hay veces que hasta las relaciones amistosas resultan tediosas con el paso de los años, ¿cómo es posible que podamos mantener tanto tiempo algo que requiere mucho más esfuerzo?
No me voy a poner romántica. De hecho creo firmemente que la base de los amores duraderos no es para nada el amor romántico hollywoodiense. Pero algo tiene que haber; una encima con la que solo algunos nacen, para que existan esas parejas que que pueden estar juntos toda una vida y otros que la perspectiva de un lustro con la misma persona les produce tiritonas y sarpullido.
Eso sí, las maneras de vivir esas relaciones eternas son muchas. Yo he visto de todo: viejecitos entrañables que se amaron hasta la muerte como los de Verona, padres entrados en años que pueden pasarse el día discutiendo por tonterías pero que no pueden vivir el uno sin el otro, hijos que deciden entregar sus vidas para cuidar a sus padres cuando les necesitan demostrando que otras formas de amor también existen, uniones de ahora sí ahora no, pero que el no es siempre sí y el sí es intermitente, gente que vive del recuerdo de un amor que se fue hace 30 años y no quieren encontrar otro... tantas formas como historias...
A parte de éstas, están el resto. Gente que prueba, conoce, se aburre, decepciona, vuelve a ilusionarse, se queda perplejo, se divierte, rie, llora, cambia de opinión, busca, encuentra, pierde, gana, y aprende.
No hay mejores ni peores. Todos son lo mismo. El que busca y encuentra, o no encuentra pero cree encontrar, o simplemente se conforma y el que busca y rebusca y por mucho buscar no encuentra y se desespera. En el fondo es todo lo mismo... vivir
Por eso, quiero felicitar a todos los que vivimos, y en especial a mis padres que llevan 39 años + 21 viviendo con todo lo que ello significa, en lo bueno, en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad... y que un día decidieron unirse, para bien o para mal, y traer a este mundo a dos personajes tan curiosos como nosotras.