Pero él siempre estuvo a mi lado desde la guardería. Aún sigue a mi lado, y espero que nunca se vaya. Él era el único que siempre me defendía. Juntos aprendimos a montar en bici, a nadar, a hacerle frente al mundo, a luchar... Fui testigo de su primer amor, y de su primera desilusión amorosa. Él lo fue de mi primer amor, aunque nunca supo que era él, y de mi primera desilusión. Nos contábamos nuestras inquietudes, nuestros miedos, nuestros sueños, nuestras ilusiones... Era mi fiel confidente, nunca contó a sus amigos las cosas que yo le confiaba.
Las chicas no me querían a su lado, y yo no me sentía cómoda al suyo. Cuando él estaba con sus amigos, yo simplemente me quedaba sola en casa, o me iba de compras, de paseo... cualquier cosa por pasar el rato. Hace poco encontré como medio de escape la escritura, y en ello paso el tiempo cuando no estamos juntos. Sé que él me lee, por lo que no puedo decir su nombre. Mejor dicho, PODÍA. Ahora él sabe todo lo que siento, lo que SIEMPRE he sentido por él.
Se acercaba la graduación, y con tanto examen me pasó desapercibida. A tan solo una semana, mi madre apareció en casa con un magnífico vestido rosa palo largo hasta los pies. Era para mí, para mi fiesta de graduación. En ese momento me hizo mucha ilusión. Después bajé de mi nube y recordé que no tenía con quién ir. Mi mejor y único amigo iría con su novia, y nadie en aquella fiesta me echaría en falta. Dos días antes de la fiesta de graduación, quedé con mi ángel guardián (como yo le llamo desde hace años) como cada miércoles. Cansados de pasear decidimos sentarnos en uno de los muchos bancos del paseo. A mala hora se me ocurrió que nos sentáramos allí. Su novia apareció en su bonito coche nuevo, y él se fue con ella. No sin antes decirme, "No te importa, ¿no?". "No, ve", ¿no pude haberle respondido lo contrario?
Llegó el día de la graduación, y yo estaba en mi habitación con la música a todo volumen, cantando y bailando como loca, con el cepillo de pelo como micro, intentando olvidarme de qué día era. El vestido seguía colgado en la puerta de mi armario, listo para ponérmelo. Miré por la ventana y lo vi, allí estaba mi ángel, en su ventana mirando a la mía sonriendo. No sé si se reía de mí, o si le parecía simpática mi "actuación". Escribió en un folio "¿Te veré en el baile?". A lo que le respondí en otro folio "No, me quedo a estudiar". Le di la vuelta al folio y escribí "te quiero". Cuando fui a mostrarle el cartel, había desaparecido, se había marchado a vestirse para la fiesta.
Me metí en la ducha, me puse el precioso vestido que mi madre me había comprado, me maquillé y peiné como mejor supe, cogí el ramillete de flores y me lo puse en la muñeca, corrí escaleras abajo (aún no sé cómo con esos súper tacones y ese largo vestido), me metí en el coche y salí hacia la fiesta. Cuando llegué todos me miraban. Llegaba tarde, todos bailaban, y él no era menos. Allí estaba, bailando con su pareja. Todos se abrieron paso, y me encontré frente a mi ángel. Abrí el folio que había escrito poco antes de salir de casa y se lo enseñe. Él sacó otro del bolsillo de su pantalón. Nos vimos uno frente al otro, cada uno con un cartel en el que ponía "TE QUIERO".
Desde entonces estamos juntos, viviendo nuestra dulce historia interminable.