Nuestra vida, desde la historia de la humanidad, está construida en un pilar de dogmas que se tambalean a la más mínima. Y esa es una entre mil otras razones por las que mi padre me enseñó en no creer en nada.
Me inculcó que la memoria y el olvido, son nuestros, el futuro es de nadie, y el presente sólo a mí me pertenece y es una puta mentira más de gente que necesita ser to japy to dai. Pero el rezo, la felicidad, y un futuro de los de ve tú a saber, es la recompensa para todos aquellos que con sus buenas acciones quieren o esperan o suplican como recompensa ya sea en esta tierra o en el más allá aquel cielo que les prometieron. Muchos, los más, creen que dando limosna están haciendo un acto de piedad, y otros, los más también, que echándose una lagrimita mientras están viendo el programa de turno sobre las salvajadas de las que es capaz el ser humano, siguen y están zampándose la mariscada de turno, se santiguan, y aquí haya paz y después gloria desde su sofá. Y luego haya paz y después gloria también, y querámonos todos que to er mundo é güeno.
Soy más de Nietzsche, como él creo que son más de los necesarios ya los hombres que se precipitan a la luz, no para ver mejor, sino para brillar.
Tengo muchísimos defectos, pero no los escondo. Soy mi mejor crítica. Me encanta redactar hasta mi propia necro y por adelantado. No quiero esconder mis celos o mi rabia cuando los siento, ni dejar de sentirme idiota, no necesito pregonar lo que hago o dejo de hacer en cada gesto o mano que tendí, la felicidad como la bondad están en uno, no en la manifestación estentórea de nuestros gestos, en la manera exuberante e histriónica de pasar de un día para otro a ser quien ni sería, de cambiarnos/me el foulard de Hermès por una bufanda raída, de tener que justificar que he viajado o he leído por miedo a que los que se dicen humildes me tachen tras su falta honestidad hasta de prepotente, o me insulten de intelectual.
Reclamo mi derecho a la vanidad, a mi egoísmo intrínseco, a la envidia y la rabia, a la impotencia que puedo llegar a sentir cuando el día se me ha quedado pequeño, a mis cabreos con el mundo, a las malaspalabras que brotan de mí cuando mi tigre de Pi necesita que le den de comer aparte, y no quiero renunciar a ellos, ni a mi lucidez ni a mi clarividencia, a mi sentimiento de injusticia, a mi indignación, a mi chabacanería tanto como a mi lado insumiso o elegante y educado, a mi lengua de víbora, la misma que te besa con la suavidad de un terciopelo cuando te pido que calles, porque todas ellas son yo. Y no soy blanca, ni tan bella, ni tan idiota como quisiera.
Que sólo siento celos de Chagall o de Bakunin, de la gente que he conocido en un banco y que aun durmiendo cubiertos por un par de cartones han compartido un trago de vino de los de tetrabrick conmigo (y fueron de los pocos) cuando creí que terminaría debajo de un puente, que la gente de buena voluntad y buen corazón, no necesita propagarlo, doy fe, cuando por detrás están despellejándonos a aquellos a los que nos invitasteis/ invitaron a compartir mesa en su propia casa.
La vida se nos va por momentos, cada uno elige cómo va a poder bregarla. Ni me la embellezco, ni me la endulcoro, ni me la autoengaño, pero no por gustarle a todo el mundo dejaría de ser quien soy. Creo que en esto soy repetitiva. Y no me engaña con su bondad quien un día apuñaló por la espalda a alguien a quien había invitado a su propia casa tratándola por detrás de mil injurias, y mostrándose ante esa misma persona con un cariño y afectos desparramados a tutiplén que me dieron ganas de vomitar. Lo vi, (he visto tanto, como lágrimas de lluvia....) y lo escuché, lo palpé y esas realidades son las que hacen que para ser digno alguien ante mis ojos y lleno de bondad, me quede antes con aquel hombre con quien compartí un trago de vino de su tetrabrick.
Me gusta como es el ser humano que he llegado a construirme con todos mis defectos. Me gusta ser ese ser especial que soy para los míos, para los que me eligieron y elegí, los que considero son de mi ADN. Los de mi manada.
Y si tú y yo hemos llegado hoy y hasta aquí es porque no tengo orgullo, ni sé cómo se come. Volví y he vuelto a ti la primera, incluso cuando quien erraste fueses tú y en ninguna ocasión fueses capaz de reconocerlo. Sé lo que son los egos aunque me los pinten de colores, purpurinas y castillos de fuegos artificiales y moviendo la bola, con manos de trileros y hadas y magos descosidos por todas sus costuras.
Me vas/vais a negar que elegiste/éis sólo a las personas que te/os/nos rodean hoy porque no hirieron tu/vuestro/nuestro ego de alguna manera lanzándote/nos/os disfrazándolo con sólo palabras vanas, ilusorias y halagadoras?
Es mi cumple, y va y nací salá y Martes y 13.
Soy una eterna duda... un ser muy, demasiado imperfecto y terriblemente humano. Y en mí caben tanto la bondad como la crueldad, la belleza como todos los defectos de este mundo.
Puedo mentirles a los demás, a mí, no...
Hoy , va y os/le/te añadiría que sólo los trampantojos que yo me fabrico, son los que me creo.
Hoy no os ofrezco ni de tomar ni de comer, sólo una sonrisa champagne, la que me regaló un mendigo en el metro, al que desde entonces, sigo besando, y ayudando, fuera de mi sofá y gracias a vuestro dios, sin tener ni que lamentarme.
Aquí... Sourire Champagne!!
http://eva-la-zarzamora.blogspot.fr/2012/03/sourire-champagne.html
No sé de rencores.
Pide un deseo.
Sopla, y sueña!!