Te quiero como a mi tequila

Esta es nuestra sección de animaladas textuales, una sección donde comentamos alguna que otra bestialidad al lenguaje. Pueden colaborar enviándonos imágenes, no sean tímidos; pero bueno, vamos a centrarnos:

Les dejo la imagen para que la vean unos segundos…

¿Qué encontraste de extraño? ¿nada?

vuelve a ver otra vez…

Te explico, esta foto es de una dovela (así se llaman esos anuncios) de las que están pegadas en la parte superior de las paredes del tren lígero, justo arriba de una de las puertas.

El llamado de este anuncio es:

Orgullo de Jalisco: Mujeres, tequila y Productos Providencia

No deja de sorprenderme que, en pleno siglo XXI las mujeres seamos vistas como productos de consumo y mejor aun, que a la vista de una empresa estemos al nivel del tequila y de sus quesos.

Vamos, es tan ridículo como decir: ‘Estás igual de sabrosa que mi tequila y mis dulces’ ¿perdón? ¿y la dignidad humana? ¿y el valor intrínseco en cada ser viviente?

Lo peor es que es tan natural en nuestra cultura, en donde todo es posible objeto de consumo que ni siquiera nos damos cuenta y ya no nos parece extraño, simplemente es parte del entorno en el que nos movemos.

Hay quien puede decir: ¿hay, para qué te indignas? ni siquiera es tan importante. Si, es importante, el mensaje que está dando esa empresa es que las mujeres somos dignas de ser admiradas por algo tan aleatorio como ser mujeres de cierta región (y ni me meto en el meta-mensaje, porque si no podría despotricar horas contra una empresa machista como esa)

Cuando vemos a los seres vivos como objetos es muy fácil caer en la violencia, y que conste que no hablo solo de violencia de genero, sino violencia hacía cualquier ser vivo, necesitamos cambiar esa mentalidad, quitarnos de la cabeza toda esa basura que nos han metido durante toda la vida (no sé por qué vino a mi mente esa canción pop que decía ‘ese hombre es mío’, pues no chula, ese hombre no es de nadie, es solo de sí mismo y sus acciones marcan su camino, si te botó, sigue adelante con dignidad).

Venía en el tren charlando de esto con alguien y una chica, que iba junto a nosotros,  se quedó intrigadísima acerca de por qué criticábamos al anuncio, ojalá haya se haya dado cuenta de lo mal que está el publicista de esta empresa.