En la foto en cuestión estoy esparciendo, y debo decir con mucho talento y paciente dedicación, una gentil capa de fijador en el nuevo techo (bajo techo, sería más apropiado decir) que felizmente colocamos, para así luego poder pintarlo de un color apropiado a los requerimientos, tarea que haré con idéntico talento y paciente dedicación.
Notarán cuán diferente es la pigmentación de mi piel con respecto a la foto de la sombra, subida con anterioridad en este mismísimo blog. Eso es lo que hace el solg... quiero decir, ¡el Sol! Más bien, la frecuente exposición a éste. No al blog, sino al solg... quiero decir ¡al Sol!. Así como se las tiro. No le quepan dudas. Aunque tengan bolsillos grandes.
Inevitablemente, o bien, evidentemente, surge una evidente, o más bien, inevitable inquietud: si eso es lo que hace el solg... quiero decir, el Sol, ¿¡qué será capaz de hacer el La!? ¿¡¡O el Si!!? No lo sa-bemol.
No quiero generar fobia, miedo, terror ni pánico generalizado. Pero estén alerta. Paren la oreja (cómo sea que se haga eso). Tengan mucho cuidado al infrecuente ataque de las frecuencias paranoicas.