Atrás quedaban los ensayos y la preparación. Las risas, las conversaciones, los agobios...Todos listos, nerviosos, inquietos, todos juntos. Por fin iban a poder mostrar lo que tanto habían trabajado. Los conocidos ahora eran amigos, los amigos, hermanos.
Han pasado meses desde el primer ensayo y ya no se puede hacer más. Los directores, responsables, sufren pequeños ataques de nervios. Cada actor demuestra su inquietud de un modo distinto: algunos fuman, otros dan golpes en el suelo con el pie sentados en alguna silla, un par dicen tonterías y muchos han perdido la capacidad de hablar, los más perfeccionistas se quejan y repasan el papel entre bastidores...
Ya ha llegado el momento, anuncian el nombre de la obra que representan y todos en el escenario contienen el aliento. Son ahora mensajeros del olvido, portadores de la calma que hará a los presentes centrarse en la ficción y reír y soñar más allá del día a día. Van a transportar sus almas desde la cómoda butaca a la habitación 421 del Guillermo Hotel, donde juntos, disfrutarán de seguir vivos con cada carcajada.
Gracias a todos