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Tema y premisa, clímax y resolución

Publicado el 30 abril 2013 por Escrilia @escrilia

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clímax, escritura, literatura, premisa, resolución, tema

_0003_Layer 25Para aclararnos desde el principio definamos los términos, por un lado tenemos el tema de nuestra novela que es la esencia del relato, el eje alrededor el cual gira la narración. El tema no es algo concreto, sino un concepto abstracto, universal, algo que todos podemos entender: el sufrimiento, el heroísmo, la violencia, la crueldad, etc. Como vemos, son todas palabras que, independientemente de si transmiten un valor positivo o negativo, no se atienen a una época o a un espacio determinado. El tema de nuestra historia es lo que queda de ella cuando la reducimos a una sola palabra.

Una vez hayamos decidido el tema que ha de tratar nuestra novela debemos definir nuestra perspectiva personal sobre ese tema, la mirada del autor. Si el tema era sólo una palabra que contenía la esencia de nuestra novela, la premisa es una frase que establece nuestra postura ante ese tema. No se trata de una frase compleja, solo tema, conflicto y conclusión.

El final de una historia a menudo se describe en términos de “clímax” y “resolución” como si fueran dos entidades claramente separadas. Pero los límites del punto culminante y los de la resolución son imposibles de determinar en la mayoría de los casos. El clímax podría ser considerado como un punto, un momento, el instante preciso en que el lector percibe que el conflicto central está resuelto. Ese momento preciso puede ser cuando matan a Godzilla, cuando la protagonista finalmente dice que sí a la propuesta de matrimonio, cuando se anotó el gol ganador, cuando se ganó la batalla, cuando el condenado muere. Aunque el momento culminante es el punto en el que se resuelve el conflicto central, no prueba la premisa por sí solo, porque deberíamos entrever algún tipo de reacción a ese clímax y el nuevo estado de las cosas (status quo) que nos proporciona la resolución. La premisa entonces se prueba con el clímax y la resolución actuando como una sola entidad.

Digamos que usted ha decidido a escribir una historia y quiere probar la premisa:

“La ambición despiadada trae gloria y fama.”

Esta premisa cumple (como Lajos Egri dice en su libro El Arte de la Escritura Dramática) con lo que todas las premisas deben hacer: sugerir tema, conflicto y conclusión. La ambición despiadada, por supuesto, será el rasgo de uno de los personajes, el protagonista. Usted decide sobre un nombre, por ejemplo ‘Santiago Capdevilla.’ Si va a alcanzar la riqueza y la fama, Santiago Capdevilla debe moverse en un medio en el que pueda buscarlas. Digamos que es la política. Capdevilla tiene todos los contactos indicados y se va a postular para senador, logrando estar entre los primeros de la lista.

Ahora, si él es despiadado, hará lo que tenga que hacer para convertirse en senador. ¿Va a mentir? Claro. ¿Va a hacer trampa? Por supuesto, está en política. ¿Va a matar? Bueno, quizás se detenga justo antes de eso.

El objetivo de la novela, el clímax, se producirá cuando se resuelva la cuestión de si Santiago Capdevilla se convierte en senador. Debido a que su premisa es que la ambición despiadada conduce a la gloria y la fama, sabemos desde el principio que si lo va a lograr. En el camino va adulterar urnas, comprar votantes, jugarle sucio a sus principales opositores, espiar a los creadores de opinión para poder chantajearlos, etc. Sus relaciones familiares se tensan hasta el punto de ruptura. Hasta su madre va a renegar de él.

La intensidad irá en aumento a medida que se acerque el día de las elecciones. Ahora viene la noche de las elecciones y se cuentan los votos. ¡Santiago Capdevilla gana! En la resolución, lo vemos asumiendo su recién conseguida fama y con la riqueza a la vuelta de la esquina. Luego viene la reconciliación con su familia y sus oponentes (al fin y al cabo todos son políticos y ‘entre bueyes…’). En el discurso el día que asume el cargo se compromete a ser el mejor senador que se ha visto nunca. Su premisa se prueba por el clímax (el momento en que gana) y la resolución que sigue (las conciliaciones y el nuevo status quo).

¿No le gusta la historia? ¿Usted dice que prefiere que la ambición despiadada lleve a otra cosa? ¿Desastre… muerte… degradación?

Vamos a ver cómo funciona. Nuestro tema es el mismo (la ambición), pero nuestra nueva premisa sería como en Macbeth:

 ”La ambición despiadada conduce a la muerte.”

Santiago Capdevilla es implacable. Él quiere ser senador a toda costa. Miente, engaña, soborna, etc. Su esposa lo abandona. Sus padres lo repudian. Sus hijos se vuelven comunistas. No se balanceaba de su objetivo. Nada puede detener a Santiago. En la noche antes de las elecciones, su encuestador le demuestra que es un empate técnico (cualquier similitud con Venezuela es pura coincidencia). No puede soportar la idea de que podría perder. Esto lo lleva al borde de la locura, consigue un arma y quiere disparar a su oponente en una emboscada, la mañana de las elecciones. Está tremendamente nervioso y falla, nadie lo ve y logra huir. La publicidad sobre este evento hace que los votantes elijan a su oponente por simpatía. Santiago cae en el desaliento, se emborracha, y murmura algo a la persona equivocada sobre ser el tipo que le disparó a su oponente. El hombre que lo escucha lo reconoce y hace la denuncia. Mientras se escuchan las sirenas de la policía acercándose, frente a la desgracia y la segura prisión, Santiago se suicida. El objetivo que nos hemos propuesto para el clímax en este caso no son las elecciones, es el suicidio. Aquí es donde la ambición despiadada lo lleva.

Resolviendo los conflictos
El asunto que viene después del clímax, después de que se culmina el conflicto central, es la resolución.

En una historia, los conflictos crecen y se intensifican. La situación se vuelve más desesperada hasta el momento del clímax. De ahí en adelante, los eventos que siguen tienen el patrón opuesto. La tormenta se está alejando, la intensidad está disminuyendo en vez de aumentar. Una escena se percibe como “decepcionante” si intenta aumentar la intensidad después de que se resuelve el conflicto central. No importa qué tan dramático sea el caso, el lector tiene poco interés en él porque el lector está buscando ver el efecto que ha producido el clímax en la vida de los personajes.

La resolución es a menudo necesario para demostrar la premisa y también para dar al lector la sensación de que toda la historia ha sido contada y que se vuelve al estado de calma, a un nuevo status quo.

Piense en la resolución como un epílogo, un reajuste de la realidad, una operación de limpieza después de gran fiesta del clímax.

Hay conflictos secundarios que se necesitan resolver, los de las subtramas. Pueden ser resueltos antes o después de la culminación del conflicto central, no hay una regla fija en esto.

El conflicto central podría ser, por ejemplo, la lucha de Juan por conseguir un trabajo, un fuerte conflicto secundario podría implicar a Juan y su esposa, que le ha dejado a lo largo de la historia. El resultado del conflicto entre Juan y su esposa no puede ser resuelto en el clímax, donde Juan acepta su nuevo trabajo, la cuestión de la reconciliación de Juan con su esposa todavía necesita ser resuelta. Esto podría resolverse haciendo que la separación sea permanente, o mostrando una reconciliación, o se podría sugerir que volverán a estar juntos en el futuro. Por ejemplo, si ella, que antes no quería hablarle, acepta salir a cenar con él. Algo así podría indicar cómo es probable que se resuelva este conflicto secundario, lo que a menudo es suficiente para satisfacer a un lector. Si todos los cabos se atan demasiado prolijos, el lector puede entrever la manipulación del autor y así restar credibilidad al resto de la historia.

Algunas novelas no tienen una resolución que vaya mucho más allá, ya que todas las preguntas se resuelven en el momento del clímax, como en El espía que surgió del frío, de John le Carré.

Probando la premisa del personaje
Cada personaje importante en la historia tiene su propio destino. Por lo tanto, cada personaje tiene una premisa propia, porque cada uno tiene su historia, su trama. Si usted está demostrando en su trama principal que “la mentira trae ruina,” un personaje puede ser un mentiroso, eso no significa que todos deben ser mentirosos. Significa, simplemente, que una mentira trae ruina.

El tema de la historia de Michael Corleone en El Padrino es ‘el amor a la familia’. Su amor lo lleva a convertirse en el nuevo Don y dirigir las actividades ilegales de la empresa familiar, a pesar del hecho de que está moralmente opuesto a ello en el inicio de la historia. Su premisa personal es “El amor a la familia conduce a aceptar hasta una vida de crimen.” Michael tiene un hermano, Sonny. Sonny también ama a la familia, pero su premisa personal es muy diferente de la de Michael. Sonny es un animal. Él es un guerrero de sangre caliente. Cuando la hermana de Sonny es atacada por su esposo, él se apresura a ir en su ayuda, a pesar de que sabe que sus enemigos lo están buscando y que podría ser una trampa. Acaba asesinado a tiros. Su premisa es: “Actuar en caliente lleva a la muerte.”

El esposo de Madame Bovary, Charles, ama a su esposa. Ella lo lleva a la desesperación. “El amor lleva a la desesperación” es su premisa. Mientras que la premisa principal de la novela es: “El adulterio lleva a la muerte.”

Los personajes son dinámicos, no estáticos, son cambiantes. Los personajes se desarrollan: encuentran el amor donde sólo tenían la soledad, construyen la esperanza desde el desasosiego, caen en la desilusión y la desesperación desde los picos de alegría, y así sucesivamente. No piense en sus personajes como fijos e inmutables. Para tener una vigorosa novela vibrante, apasionante, los personajes deben cambiar como resultado del conflicto. La premisa del personaje es una descripción de ese cambio.

¿Cómo se logra un gran clímax?
El sentido de la novela es el clímax y la resolución. Una novela de ficción, no importa lo complicada e inteligente que sea su trama, lo bien que esté escrita, lo interesante que sea, no es nada sin un buen clímax/resolución. Para que sea realmente un gran clímax/resolución, hay otros elementos a tener en cuenta, además de simplemente probar la premisa.

1. Sorprenda.
Como el lector ve que se acerca al final de un libro, siente que las cosas están llegando a un punto crítico. El lector sabe que no quedan muchas páginas. El protagonista está metido hasta el cuello en arenas movedizas y parece que sólo un milagro puede salvarlo. El lector sabe que está condenado a morir. Sorpresa: el protagonista utiliza el cinturón para alcanzar la rama de un árbol y se alza con una explosión de fuerza y ​​determinación que no sabía que tenía.

La familia Corleone está contra las cuerdas, el viejo padrino ha muerto, la familia está siendo presionada por el resto de familias de la mafia. Sorpresa: Michael Corleone, el nuevo Don, salvajemente arrasa con sus enemigos en un solo día.

2. Explote emociones fuertes.
La lectura de las novelas es sobre todo una experiencia emocional. No se trata de la caza de símbolos ocultos y referencias históricas, buscar vagas alusiones literarias, sacrificar los matices filosóficos, adivinar las implicaciones sociológicas, y comprender las ramificaciones existenciales. Este tipo de tonterías ha arruinado a muchos escritores, así como una gran cantidad de lectores. El objetivo principal en la lectura de una novela es experimentar a nivel emocional la vida de los personajes, reír con ellos, llorar con ellos, sufrir con ellos. Su objetivo principal como novelista es movilizar al lector emocionalmente.

Una historia de ficción construye la cumbre de concentración emocional en el clímax, momento en el que el novelista hábil va a noquear al lector. Cuando el anciano captura los peces en El viejo y el mar, el lector se pone de pie y aplaude. El lector levanta en andas a Michael Corleone cuando lleva a cabo su venganza. ¿Quién no se emociona por Emma Bovary cuando ella finalmente toma el veneno?

3. Emita un veredicto de justicia poética.
¿Qué es la justicia? La justicia es la reivindicación de los inocentes, castigar a los culpables, y premiar a los virtuosos. La justicia poética es aplicar un castigo acorde con el delito. Para ser “poética”, el agente que proporciona la justicia debe estar oculto. Si lo hace la policía, no es poético. Un hombre que ahoga a su vieja tía solterona en una bañera y hace desaparecer el cuerpo. Con el dinero del seguro se compra el barco de sus sueños. En el primer gran viaje lo atrapa una tormenta y se hunde. El hombre se ahoga. Esto es justicia poética porque quien la administra (¿el destino? ¿un accidente? ¿Dios?) no es evidente, y el castigo (ahogamiento) está acorde con el delito (asesinato por ahogamiento).

Supongamos que hay un hombre ambicioso que anhela la riqueza y la gloria. Sueña con el día en que él y su esposa (que ama con locura) puedan sentarse en la parte superior de la pirámide y disfrutar del dinero y el poder. Pero su ambición endurece su corazón y durante el tiempo que ha tardado escalando posiciones y aplastando a todos sus competidores, su mujer le ha dejado por un hombre más amable, más cariñoso. Al final es rico y poderoso, pero está solo. Eso también es justicia poética y los lectores anhelan que se haga justicia.

4. Encuentre nuevas facetas del personaje.
Si aparecen nuevos aspectos del protagonista revelados en el clímax, tanto mejor. Siempre y cuando siga la lógica interna del personaje. Si el lector termina animando, es posible que haya creado de un clímax verdaderamente magnífico.

5. El clímax/resolución debe completar la novela.
Al escribir su novela ha creado interrogantes en la mente del lector. Las preguntas que corresponden a la trama principal se resuelven en el clímax, pero puede haber otras cuestiones secundarias que al lector también le preocupan. ¿La hija continuará odiando a su padre, se reconciliará con la esposa, recuperará su empleo? Sólo en el melodrama, serán contestadas todas estas preguntas, pero incluso en una buena ficción, algunos interrogantes deben ser contestados completamente y el resto se deben responder al menos en parte. Una buena resolución deja la sensación al lector que la historia ha terminado.

• Macondo se destruye junto al último descendiente de los Buendía.

• Los Corleone han recuperado su poder.

• Emma Bovary ha muerto.


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