Muchos días por falta de tiempo me queda el vacío de no escribir. Me acuesto y pienso «mañana» y dejo que el sueño me venza.Sin embargo hoy, que sí he tenido más tiempo para atreverme ante la pantalla en blanco, no puedo. Me faltan las palabras, que se esconden de mis dedos, y las ideas que revolotearon durante todo el día en mi mente, han huido como si no quisieran que las convirtiera en retazos vivos y cibernéticos.
Ha sido un día diferente. Hoy he salido antes del trabajo y he podido leer otros blogs que sigo, además de comentarios en las redes sociales. A medida que profundizaba en los textos, algunos muy personales, me he sentido identificada con muchas de las palabras y sentimientos de personas a las que no conozco, pero con las que me unen luchas llenas de penas y alegrías.
Podía haber sido un día desenfadado y alegre, más no ha sido así. Comenzó siendo un día lleno de cansancio, después se mezcló con la rutina, siguió con momentos de desesperanza y, al final, se convirtió en horas de paz llenas de ternura.
Quizás por eso sigo delante de esta pantalla en blanco, sin ser capaz de definir todo aquello que tenía en mente y tecleando solo lo que el corazón les transmite a mis dedos sin dejarme pensar siquiera qué estoy diciendo y porqué.
Es extraño, me siento a la vez cansada e ilusionada, alegre y temerosa, tranquila e impaciente.
¡Felices sueños!