A veces la vida se pone de culo,
le salen espinas,
no suenan tambores,
el arcoíris destiñe,
la música silencia.
Y no puedes por menos que apagar tu risa.
Mirar al suelo.
Sentirte débil.
Perder las fuerzas.
Desdibujar tus sueños.
La vida es cabrona.
Injusta. Cruel.
La vida es caprichosa.
Suya.
Avariciosa.
La vida, tan soberbia.
No escucha a corazones perdidos.
Sensibilidades románticas.
Hay que ser testarudo.
Tozudo. Fuerte.
No mirarla de frente.
Abrazar
con todas tus fuerzas
tus sueños.
No soltarlos.
No escuchar gemidos cercanos.
Gemidos de gente
que no alcanzó sus sueños
Esa gente siempre te dirá
que nunca alcanzarás los tuyos.
Cree en ti, busca tu felicidad,
dibuja tu risa,
mece tu calor al abrigo de las envidias,
lejos de esas lecturas.
Porque tú,
mi niña,
eres muchísimo más que la vida,
eres más grande que el sol y más valiosa que la luna.
Tu felicidad la guardaron
bajo cinco cadenas
cosidas con cinco candados.
Solo Dios sabe cuándo podrás liberarla.
Pero tú no desfallezcas,
no te venzas,
no finjas.
No la mires de frente.
Tan sólo al próximo paso que tu tenacidad dará.
El resto humo.
Y tu sonrisa mi luz.
Tuya, siempre, La Suelta.
Te admiro.