¿Tengo claro qué quiero estudiar?
Es indudable que los trabajadores del futuro se forjarán, principalmente, a través de la formación que vayan adquiriendo durante su periodo educativo. Los trabajadores del futuro son los estudiantes de hoy en día, igual que los trabajadores actuales (aunque suene incoherente decirlo en estos momentos) fuímos los estudiantes de generaciones pasadas.
La formación es una pieza clave en el desarrollo personal, social, económico y laboral de las personas y los territorios. Pero no siempre se le da la importancia necesaria, sobre todo en los momentos en los que el estudiante debe decidir el itinerario formativo que debe seguir, que será el que le guíe hacia su futuro laboral.
El momento decisivo, aunque no es irreversible, en que un joven debe optar por la ruta formativa que debe seguir, es la finalización de los estudios de E.S.O., cuando ronda los 16 años de edad. En ese momento, en función del objetivo formativo final a conseguir, deberá seguir un camino determinado. Pero, ¿tienen claro cuál es su objetivo formativo final? ¿qué factores tienen en cuenta para establecer dicho objetivo? ¿establecen un objetivo realista?, etc…
Este tipo de cuestiones son las que deben plantearse llegado este momento para no errar en el intento. Aunque como indiqué anteriormente, este proceso no es irreversible, ya que siempre podemos volver a cualquier punto anterior del camino “andado” para retomar otra ruta. Pero, eso sí, siempre será más costoso que de haberlo realizado inicialmente.
Llegado el momento de la decisión, como comenté anteriormente, al finalizar la E.S.O., habría que hacer una reflexión y un análisis de determinados factores:
♦ Capacidades y habilidades del alumno
♦ Trayectoria académica pasada
♦ Intereses y expectativas del alumno (valorar si son o no realistas)
♦ Implicación familiar en el proceso (opinión y apoyo)
♦ Análisis del mercado laboral
♦ Valoración de los nuevos yacimientos de empleo y sectores laborales emergentes.
Tener en cuenta los datos de este análisis dará lugar a una toma de decisiones, posiblemente, más acertadas y adecuadas a las características del alumno en relación a las necesidades laborales futuras.
En este momento es cuando los estudiantes deben darse cuenta que no todos tienen que tener carrera universitaria, master y doctorado, y que estudiar F.P. en lugar de Bachillerato no es un desagravio. Todo lo contrario. Cada uno debe ser consciente de cual debe ser su papel futuro.
Puede darse el caso de que un joven quiera ser Ingeniero de Telecomunicaciones o Ingeniero Informático, pero realmente sus capacidades le orienten hacia carreras universitarias de Humanidades, o hacia una Formación Profesional de la familia de Actividades Físicas y Deportivas.
Hay jóvenes que realmente tienen muy claro cómo deben de continuar su proceso formativo (buen ajuste entre auto conocimiento, expectativas, futuro laboral y apoyo familiar). Pero hay muchos otros que se dejan influenciar por su entorno (familia, amigos…..), sus gustos, sus fantasías, un auto conocimiento irreal…, pudiendo tomar la decisión incorrecta que en el futuro le supondrá tener que parar y reorientar su proceso formativo, o el abandono del proceso.
Es por esto que, llegando el final de la E.S.O., estudiantes, familias y orientadores educativos deben ponerse manos a la obra para trabajar este aspecto, vital para el futuro del alumno, aunque no irreversible, como indiqué anteriormente.
Reflexionar para tomar la decisión más adecuada siempre evitará la posibilidad de fracasar.