Pero no, eso es solo un recuerdo. La realidad ya cambió, el pasado no vuelve. Y voy a tener que seguir luchando para recuperar el control de mi vida, porque ahora mismo soy una mujer y tengo el control de mi vida yo sola. Así que yo soy responsable de lo que haga con lo que me pase, de mi portaretratos familiar. Mejor empiezo a ponerme las pilas para lograr eso que deseo, ese "hogar" tan anhelado. El mundo es un lugar oscuro y gris, si las personas a mi lado no suman un lugar más en mi hogar no van a ocupar un lugar en mi corazón y menos en mi vida.
Estás o no estás. Soy yo la que tengo el control, la que decido. Y no, mis abuelos no van a volver esta Navidad, ni mi perrita ni la quinta que vendimos hace años. Ya nada está ahí. Lo único que queda es el futuro. Es mi responsabilidad madurar y luchar por que ese futuro próximo para que se convierta en lo más cercano a un hogar. Las decisiones de verdad comienzan ahora, ser joven no es una excusa para andar por la vida indeciso y sin saber qué se quiere. Quiero un hogar y cueste lo que cueste lo voy a lograr. Y si las personas a mi lado me alejan de ese recuerdo hermoso, voy a sacarlas por la puerta.
Estoy tomando decisiones difíciles pero siendo fiel a mi misma y mirando hacia el futuro, hacia la mujer que quiero ser. Tal vez me equivoque, pero voy a seguir luchando, no me conformaré con migajas. Y si alguien quiere acompañarme el camino que venga con más amor que exigencia, más dulzura que criticas y más sanación que ruptura.
Aunque parezca que todo está fuera de control. En verdad, soy yo la que está manejando el barco en medio de esta tormenta y estoy decidida a luchar o hundirme con él.