En él están los versos escritos
que recogen los sueños y utopíasde esos años, de la infancia
y juventud, que atrás quedaron.
Pero también hay otras letras
escritas a la vida,a las personas,
a ese mar que fue mi arrullo,
al cielo azul que tanto me atraía,
a la música sin nombre de la brisa,
y a tantas cosas y detalles
que ahora mismo,
al encontrarlas,
cobran vida y me transportan a ese día,
al momento en que nacieron,
al instante en que surgieron de mi alma,
y con ellas aún recuerdo hasta el suspiro
que nacía de mis labios,
el susurro que mandaban las estrellas
y hasta el dulce parpadeo
de los ojos infantiles
que captaban todo aquello
en la retina.
"Una noche tuve un sueño..."
Así comienza el cuaderno, su andadura,
de una manera temblorosay van surgiendo los sueños y los versos
en páginas escritas
donde la tinta forma letras y palabras
y estas hablan y dicen,
suspiran y susurran,
sonríen y lloran
y hasta gritan lo que el alma sentía
en aquel preciso instante,
para dar fe de un corazón inquieto
y enamorado.
Si sigo pasando sus hojas,
si me centro en su contenidoy analizo cada uno de esos versos
estoy seguro de que nuevamente
cobrarán vida
y volverán situaciones
y momentos ya pasados,
personajes a salir de los recuerdos
y hasta sentimientos a latir
y acelerar el corazón,
como un eco volviendo del olvido.
Tengo un viejo cuaderno de poemas
donde dejé escrito unos versos,que ahora leo y repaso,
en esta tarde de otoño,
y sin poderlo evitar
unas lágrimas humedecen a mis ojos
cuando los encuentro:
"...Tengo que verte algún día,
tengo que amarte de nuevo,quiero mirar tus pupilas
y acariciar tu cabello..."
Rafael Sánchez Ortega ©
05/11/17