Tenía que decirlo.

Publicado el 24 marzo 2013 por Dafne

Sí, confieso que una vez, no hace mucho o tiempo ha, depende de cómo se mire, depende de lo quisquillosos que estemos, del estado de ánimo en el que nos encontremos, ¡y de tantas cosas! me dijo alguien:“¿Por qué no te permites ser feliz?”
Sí, también confieso que me callé, como tantas otras veces. Me callé no porque no supiera la respuesta, no porque me hubiese sorprendido (que sí lo había hecho, pero esa no era la causa de mi silencio), y tampoco porque no supiese expresarlo con palabras. Me callé. Sí. Eso es lo que hice. Me callé para, a los pocos minutos, desviar la pregunta sonriendo y pronunciando las palabras “¿qué has dicho?”. Sí. Las palabras mágicas que dichas a ciertas personas consiguen que éstas cambien de tema, eviten repetir lo mismo… bien porque lo consideren una pérdida de tiempo, bien porque ya no vuelvan a reunir el valor necesario. “¿Qué has dicho?” y buuumm! Tus problemas solucionados. Al instante tendrás otras muchas, o pocas, cosas de las que hablar. Pero sea lo que sea aquello que venga después, no será ni la mitad de duro de enfrentar que lo anterior.Sí, hoy quizá si me lo volviese/n a preguntar haría lo mismo.O quizá esta vez, de mis labios, y casi en un susurro, se desprendiera un  “Quizá porque estoy acostumbrada a no serlo”.
Ser feliz significa VIVIR.VIVIR=ACTUARACTUAR=ARRIESGARSEPara ARRIESGARSE se necesita VALENTÍA.Y eso es lo que me falta.
Me sobra perfeccionismo(-). Me sobran ganas(+). Me sobran proyectos/ideas(+). Me sobra tiempo(+) (aunque muchas veces no lo crea). Me sobra capacidad (+)(aunque esto también muchas veces no lo crea). … ¿y las oportunidades?(- - - -)
Supongo que los recuerdos pesan
E intuyo que nos gusta vernos reflejados en las palabras de los demás, sentir que alguien nos valora, y que haya un tú a tú, y no un tú a él/ella. 
Quizá me sienta pequeña sin serlo, quizá es lo que me han hecho creer todos estos años, lo que he aprendido, lo que he optado por asumir… Quizá sea la excusa perfecta para no probar, para no caer más veces, para no intentar, para no tenerme que recriminar haber fallado de nuevo…
Maldito miedo, aquel viejo conocido que nunca es bienvenido.
“ – No sé –prosiguió- si conoces la historia de cierto pueblecito costero de las Highlands que, durante la guerra, organizó una muralla de defensa en su puerto formada por veinte bombarderos que habían recibido la orden de atacar a todo navío que llegara. Aquel remoto lugar estaba situado en un valle, rodeado de montañas y resultaba prácticamente innacesible por tierra. Era un pueblo tan puñeteramente insignificante que al Almirantazgo se le olvidó enviar por cable la noticia de que la guerra había acabado. Así que, durante años y años, el pueblo permaneció incomunicado, atacando a todo barco que intentaba aproximarse…-Muy bien… ¿Y qué me quieres decir con eso? – le interrumpí, arrogante.-Que tu guerra ha terminado, y ya va siendo hora de que retires las defensas”.Lucía Etxebarría. “Beatriz y los cuerpos celestes